Filtraciones, anonimatos, y ciberataques ... ¿Construyen mejores democracias?
Por Dr. Ariel Vercelli
Ocurrió lenta y paulatinamente. Los nombres Wikileaks (sitio web dedicado a publicar filtraciones políticas) y Anonymous (red mundial política y anónima de hackers) ya resuenan en la cabeza del público a nivel global. Lejos de fluir sólo por páginas web y redes sociales, los nombres de estas organizaciones alcanzaron también la atención de los lectores de diarios, los radioescuchas y los televidentes.
¿El accionar político de estas organizaciones favorece las democracias a nivel global?
Wikileaks (en español, wiki de filtraciones) es una organización sin fines de lucro dedicada a difundir informaciones secretas, documentos clasificados y filtraciones políticas provenientes de fuentes anónimas de todo el mundo. Alcanzó relevancia en 2010, cuando publicó una serie de cables y documentos diplomáticos secretos de los Estados Unidos (guerras de Afganistan e Irak). Wikileaks se presenta como un vigilante de los que vigilan: fuentes anónimas, seguridad y principios éticos.
Por su parte, Anonymous (en español, Anónimos) es una red mundial de hackers que anónimamente atacan y crackean sitios web gubernamentales y de empresas como forma de protesta y resistencia contra la opresión política y corporativa. Se presentan como una organización distribuida, sin líderes o identidades. Anonymous alcanzó notoriedad en 2011 por lanzar ataques de denegacion de servicios contra agencias gubernamentales y sitios privados. Se supone que también actuó en Argentina.
Las dos organizaciones están atravesadas por el mismo argumento ideológico-político. Si muchos gobiernos y también corporaciones comerciales le mienten descaradamente a los ciudadanos y trabajan (probada e impunemente) contra sus intereses, entonces: ¿por qué diferentes organizaciones políticas de activistas digitales no podrían hacer lo mismo de forma anónima? Hace ya algunos años que ambas organizaciones pasaron a jugar el juego político al filo de la legalidad / ilegalidad.
¿Es posible sostener que Wikileaks y Anonymous son partes de una misma organización? Tal vez sí, tal vez no. ¿Quién tiene certezas y pruebas en este punto? Lo cierto es que, con matices y diferencias, sí es posible afirmar que las organizaciones comparten objetivos y movimiento político. Por ejemplo, esta semana se hizo explícito que llevan tiempo colaborando a nivel global. ¿Cuál fue su primer objetivo conjunto declarado? La empresa de inteligencia norteamericana Stratfor.
En diciembre de 2011 Stratfor fue hackeada por AntiSec, un subgrupo de Anonymous. El 27 de febrero Wikileaks comenzó a publicar más de 5 millones de correos electrónicos de la empresa (julio de 2004 a diciembre de 2011) bajo el nombre de “Archivos de Inteligencia Global” (‘The Global Intelligence Files’). En Argentina Wikileaks firmó un acuerdo con el diario Página 12: ya se publicaron análisis de Santiago O’Donnell sobre documentos de Stratfor sobre Malvinas.
Wikileaks y Anonymous son claramente organizaciones políticas y de sus formas de acción surgen múltiples y complejos interrogantes. Entre muchos otros: los anonimatos, los crackeos a sitios web, las denegaciones de servicios, las venganzas, ¿Favorecen o perjudican a las democracias? ¿Puede el anonimato y el secretismo construir ciudadanías fuertes e inteligentes? ¿Son las formas políticas reactivas un buen camino para la construcción de sociedades más justas, abiertas y libres?
En momentos en que el mundo necesita más y mejor democracia, es realmente preocupante que elnuevo proyecto de ley sobre ciberseguridad en Estados Unidos, un cuasi garantizado Leviatan en el Departamento de Seguridad Interior, se justifique por estar contra este tipo de organizaciones y sus formas de acción política. Estas organizaciones, ¿no estarán siendo funcionales a quienes pretenden mayor control, autoritarismo y opresión para los pueblos de todo el mundo?
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