domingo, 11 de marzo de 2012

Los medios funcionan como partidos opositores a gobiernos progresistas

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(www.fmbolivia.net) Entrevista: Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión del periódico La Jornada, México

Ciertos medios de difusión privados en Latinoamérica, en su afán de defender sus intereses económicos se convirtieron en una oposición política contra los gobiernos progresistas.

La anterior fue parte del análisis del periodista Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión del periódico matutino La Jornada de México, en entrevista a Cambio, luego de un conversatorio con periodistas internacionales y nacionales que se realizó en días pasados en instalaciones de la Vicepresidencia del Estado.

—¿Cómo evalúa a los medios de comunicación en América Latina?

—En términos generales estamos hablando de una industria altamente concentrada, sobre todo cuando hablamos de los medios electrónicos. En el caso de México (nos referimos a los) monopolios, y en otros casos como oligopolios que han estado integrando en su alrededor otros negocios relacionados con la industria del entretenimiento o con la industria editorial en general, revistas, teatros, cines, etc.

En América Latina, con los medios, se vive un proceso de concentración similar a la que se vive con la industria petrolera o automotriz, etc.

—¿A qué se debe este hecho?

—Me parece que muchos de estos medios, en la medida en la que la clase política tradicional ha colapsado en el continente y han emergido movimientos populares y coaliciones sociales que han facilitado la llegada de gobiernos progresistas en algunos lugares, tienden a comportarse como organizaciones ideológicas, dirigentes del mundo privado y empresarial que ha visto afectados sus intereses por esas coaliciones populares, de tal manera que se han convertido, en los hechos, en la verdadera oposición. En sus páginas difunden una crítica muy beligerante contra los nuevos gobiernos. Desarrollan la agenda de la oposición y buscan construir liderazgos alternativos al colapso que se ha vivido.

Su función va mucho más allá del campo específicamente informativo o recreativo, en el sentido más amplio de la palabra y ahora funcionan como los verdaderos partidos de oposición a los gobiernos progresistas.

—¿Estamos hablando de un servilismo de los medios?

—No, no estamos hablando de un servilismo, sino de un protagonismo. Se ha establecido una alianza estrecha entre esos medios y los sectores empresariales más poderosos, de tal manera que ellos incursionaron en el mundo de la política con una beligerancia y una vocación de poder que no es usual de encontrar en los medios de comunicación tradicionales.

—¿Lo mismo está ocurriendo en Bolivia?

—No conozco muy bien la situación de Bolivia, pero me parece que sí. Veo que eso sucede en Argentina, sucede en Venezuela, México, Chile...

—¿Es un nuevo fenómeno?

—Sí, como tal es un fenómeno nuevo que coincide con la crisis de la clase política tradicional, donde surgen los nuevos partidos progresistas. Entonces en este nuevo escenario (los medios privados) se constituyen en la verdadera oposición.

—¿Dónde queda la libertad de expresión, siendo que todos ayudan a los grupos de poder?

—Lo que han querido hacer sobre todo cuando han sido sujetados a regulaciones —no podemos olvidar que la televisión y la radio son concesiones que otorga el Estado, no son propiedades particulares como mandan sus jurisdicciones del Estado— es desarrollar un protagonismo de enorme beligerancia. (Por eso) esos grandes medios privados tienden a confundir la libertad de expresión con sus negocios. Y cuando esos negocios son afectados, quieren hacer pasar eso como si se estuviera cancelando la libertad de expresión.

—¿Cómo ve el papel de la Sociedad Interamericana de la Prensa en este contexto?

—Terrible, desde mi punto de vista es terrible. Es el centro de los intereses privados, dedicado en tiempo completo a golpear a los gobiernos progresistas de la región.

Creo que es necesario realizar una actividad en varios frentes. Creo que es necesario promover, encubar, facilitar el surgimiento de medios de comunicación ligados a los movimientos sociales, a la sociedad civil organizada.

Creo que es muy importante constituir un espacio público en los medios de comunicación, es decir, estoy hablando no de que la comunicación sea un instrumento del Gobierno, sino del Estado como tal, de los intereses generales de la nación y ese espacio público no estaría sujeto a las presiones de los financiadores, publicidad, etc. También creo que hacen falta regulaciones que pongan reglas de juego claras.

—En su opinión ¿qué debe tener una ley de medios?

—Una ley de medios creo que debe tener la necesidad de mecanismos de autorregulación de la prensa, la creación de un código de ética, de derecho de réplica y el uso responsable de la información.

—¿Cómo está la situación de la prensa en México?

—En el caso mexicano, existe una presión del Ejército sobre los periodistas, que no quiere que se informe sobre las violaciones a los derechos humanos que se cometen. Cuando los periodistas se asilan en Estados Unidos, lo hacen no sólo como resultado de las amenazas del narcotráfico sino, sobre todo, como resultado de las presiones del Ejército.

—¿Cómo ve la situación laboral de los periodistas y trabajadores de la prensa en la región?

—Creo que los periodistas tienen condiciones de trabajo muy difíciles. Horarios tremendos, jornadas de trabajo muy largas. Siempre sujetos a imprevistos en horarios donde sólo los médicos y policías están activos, y generalmente la paga es poca.

Las condiciones laborales del periodista, como tal, creo que en toda América Latina, son muy difíciles.

—Y sobre la labor de la prensa, ¿qué nos puede decir?

—Retomo la imagen de un escritor sueco de novelas policiacas. Él habla de que hay un cierto tipo de periodistas que buscan tapar los hechos, la verdad, y otros que buscan desentrañarla. Hay una lucha, hay periodistas que funcionan como recaderos de los intereses más poderosos del mundo empresarial y hay periodistas que buscan dar cuenta de lo que sucede. Todo esto, por supuesto, en el contexto, en el marco de los medios de comunicación constituidos como empresas que buscan tener ganancias, que han convertido a la información en una mercancía y que venden su audiencia ante los anunciantes para poder hacer los negocios.
Cambio

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