martes, 8 de mayo de 2012

Los cables abiertos de América latina

(Por Ángel Berlanga) Julian Assange y su WikiLeaks abrieron un verdadero agujero negro en las relaciones entre los grandes medios periodísticos y el poder. Ahora es el turno de aquellos cables que hacían referencia a los distintos países de América latina, en una investigación de Martín Becerra y Sebastián Lacunza.
Hubo un tiempo en el que el “periodismo de periodistas/medios” era algo casi estigmatizado, considerado como falto de elegancia, trapos que se lavaban más bien del otro lado del telón. El fin, muchas veces, parecía atendible: centrarse en los hechos, causas y consecuencias, más que en quién o cómo cuenta. No enturbiar la cosa, se argumentaba: que el mensajero no se convierta excesivamente en protagonista, etc. Bueh: narraciones infantiles. El lobo ya disfrazado de abuelita. Cuentos con frases como “La prensa libre y robusta de la que goza hoy Ecuador...” o “Bolivia todavía tiene una prensa vibrante e independiente...”. Es difusa la autoría de Caperucita, un relato de tradición oral centenario, pero están identificados quienes escribieron esas frases: Linda Jewell y Philip Goldberg, embajadores norteamericanos durante los gobiernos de Evo Morales y Rafael Correa. Estas caracterizaciones son parte de la sangría que produjo WikiLeaks al ir poniendo a disposición pública unos 250.000 cables intercambiados entre diplomáticos estadounidenses de todo el mundo y el Departamento de Estado de aquel país, con tantos súper héroes, ¿no? El caudal de información filtrada fue tal que el reflejo lleva a pensar en lo inabarcable. Pero, de a poco, van sesgándose posibles miradas, como la que propuso el año pasado Santiago O’Donnell en ArgenLeaks. En este libro Martín Becerra y Sebastián Lacunza se centran en unos 32.000 textos generados en ciudades latinoamericanas y subrayan, sobre ese material, lo que se anuncia en el subtítulo de esta investigación: “La relación entre medios y gobiernos de América latina bajo el prisma de los cables de WikiLeaks”.La mayor parte de los despachos abarca entre 2004 y 2009, pero los autores exceden en sus análisis ese marco temporal para contextualizar el peso y los tentáculos, las quejas y las pretensiones, la estrategia y la furia de los grupos de medios de comunicación y de periodistas emblemáticos en torno de los gobiernos en esta época tan singular para la región, en la que se visibiliza como nunca el enorme poder mediático y las disputas y discusiones, bien cargadas, de algunos gobiernos con esos sectores que, es sabido, tienen además intereses en bancos, fondos de pensión, empresas varias. Es que varios gobiernos latinoamericanos han superado aquel prejuicio-mandamiento que impedía cuestionar o criticar a los inocentes mensajeros que sólo informan, que sólo cuentan la verdad, que no tienen intereses, que encarnan la libertad. Así que allá iban (van) estos popes del periodismo independiente, a pedir consejo o ayuda o impulso o pañuelo, en las embajadas norteamericanas de sus países. Y resulta, en muchos casos, que de acuerdo con los cables los diplomáticos parecen más ecuánimes y moderados que los paladines mediáticos.

FUENTE: www.pagina12.com.ar 

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