Olvidos y complicidades en la oscura historia de la SIP
(Por Jorge Muracciole) En el
discurso de clausura del 30º aniversario de la Federación Latinoamericana de
Periodistas (FELAP), su presidente Juan Carlos Camaño destacó que los enemigos
de nuestros pueblos y de la verdadera libertad de prensa y expresión
sostuvieron sus políticas desde mediados de los años setenta en favor de
sanguinarias dictaduras militares.
En los años ochenta se afirmaron
en los pilares de las teorías formuladas en los documentos Santa Fe I y II, y
en los años noventa hicieron pie en el llamado Consenso de Washington. Desde su
fundación ocurrida hace más de 35 años, la FELAP nunca dejó de llamar a este
accionar de la SIP en favor de los dueños del poder económico y político en
desmedro de las mayorías de excluidos, por su nombre: "genocidio por
planificación en favor de la desigualdad".
Lo sorprendente es que una
organización de empresarios que usufructúan el privilegio de la propiedad de
los principales multimedios del continente, que durante décadas de terror y
conculcación de derechos de los trabajadores de prensa y la sociedad toda que
implicaron centenares de muertes y desapariciones implementadas por el llamado
terrorismo de Estado, hoy se autoproclame como juez y a su vez fiscal de las
decisiones democráticamente dispuestas por las instituciones representativas de
la soberanía popular. En particular, a propósito de la Ley de Medios y ante la
decisión de enviar una comisión para repudiar su aplicación, específicamente la
concreción de su artículo 161. Las patronales de la comunicación incluidas en
la Sociedad Interamericana de Prensa afirman en su comunicado que
"observan con grave preocupación, la situación que afecta a medios de
comunicación en Argentina, en particular el Grupo Clarín, ante una sistemática
ofensiva de hostilidad e intimidaciones que viene ejerciendo el Poder Ejecutivo
de ese país".
Esta hipersensibilidad de la SIP
en defensa de la empresa copropietaria del monopolio de Papel Prensa por un
decreto de la dictadura cívico-militar de 1976, se contradice con toda una
historia de silencio en defensa de la seguridad física y las vidas de
centenares de periodistas perseguidos, secuestrados y asesinados no sólo en la
Argentina sino en toda Latinoamérica. Los más recientes, los sistemáticos
asesinatos de profesionales de prensa ocurridos en el gobierno golpista,
apoyado por la SIP, perpetrado en la hermana República de Honduras.
Son prueba de estas afirmaciones
los recurrentes comunicados y declaraciones de la más importante organización
de trabajadores de prensa de la región, la FELAP, quien en uno de sus
documentos públicos expresa: "Durante estos 30 años, por sobre nuestra
condición de periodistas, incluso por sobre nuestra condición de periodistas
profesionales y gremialmente organizados, primó la dignidad. La dignidad de
mujeres y hombres que llegados a la FELAP desde distintos países y desde
diversas experiencias de lucha, desde diferentes corrientes del pensamiento
crítico y transformador, siempre antepusieron sus profundas concepciones
humanistas a las parcialidades, y muchas veces a las mezquindades
corporativas."
En esa dirección, el
posicionamiento de la Federación Latinoamericana de Periodistas, en coyunturas
políticas hegemonizadas por el discurso neoliberal con gobiernos ajustistas,
trascendió el carácter corporativo del reduccionismo profesionalista, y apostó
en favor de la prensa alternativa en contraposición con la visión elitista de
las patronales de prensa representadas por la SIP.
Esa concepción amplia y
pluralista de la comunicación entendida como un derecho humano de primer orden,
se enmarca en el ideario de dicha organización que durante más de 35 años ha
confrontado con los olvidos cómplices de la Sociedad Interamericana de Prensa.
La vigencia de una comunicación
democrática ameritará necesariamente que la Ley de Medios decidida por amplia
mayoría hace más de tres años por las instituciones de la República, se cumpla
en su totalidad, a pesar de los intereses económicos y políticos de
determinados dueños del monopolio informativo.
Teniendo absoluta vigencia las
palabras expresadas por el compañero Juan Carlos Camaño en su discurso de
cierre del evento: "Nuestra lucha además debe librarse enfrentándonos no
sólo a los monopolios informativos y comunicacionales, sino a aquellos
periodistas que por decisión forman parte de la mentira organizada."
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