miércoles, 10 de octubre de 2012

Voces para la democratización


 (Por Fernando Tebele y Silvana Iovanna) A tres años de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, y mientras todas las luces están puestas en el 7-D y en la desinversión de los monopolios, desde la Red Nacional de Medios Alternativos seguimos construyendo comunicación comunitaria, alternativa y popular, sabiendo que, en esa fecha, no se define nuestro futuro.
La nueva ley generó expectativas entre los movimientos populares. Durante el proceso de debate previo a la sanción aportamos nuestro análisis y reflexión que se tradujo en propuestas concretas. Paralelamente, e incluso desde antes del debate por la ley, hemos impulsado la creación de un centenar de radios y televisoras con organizaciones de todo el país. También acompañamos su proceso de construcción, capacitación y sustentabilidad político-comunicacional.
Los medios nucleados en la RNMA analizamos nuestra situación ante la nueva ley en un comunicado recientemente publicado (www.rnma.org.ar). Allí expresamos nuestra preocupación por algunos pasos que se fueron dando en la implementación de la norma, sin respetar lo que el texto exige ni nuestra especificidad como sector.
Por ejemplo. La ley establece, como requisito previo a la entrega de licencias, la obligación de armar y hacer público un Plan Técnico de Frecuencias: un mapa de todo el país que muestre cómo está el espectro (qué porción está ocupada, por quiénes y cuánto queda libre). Recién cuando sea elaborado, la Afsca debería, también según la ley, reservar el 33 por ciento para los medios sin fines de lucro. El Estado no ha realizado este plan técnico y, en consecuencia, no ha hecho la reserva del 33 por ciento. Sin embargo, continúa con la entrega de licencias y la apertura de concursos. Este incumplimiento, además de no respetar lo que la ley exige, deja la puerta abierta a la entrega discrecional de las mismas.
Por otro lado, en los concursos convocados por la Afsca, los medios comunitarios, alternativos y populares tenemos que cumplir con bases y condiciones de pliegos que poco contemplan la diferenciación entre las entidades con y sin fines de lucro. Tampoco diferencian y especifican a nuestros medios dentro de los prestadores sin fines de lucro, equiparando a cualquier medio comunitario con fundaciones o asociaciones ligadas a estructuras sindicales, eclesiásticas u otras, cuyo poder político y económico está muy lejos del que pudiera tener una asamblea de vecinos autoconvocados o los familiares y amigos de Luciano Arruga.
En el debate previo a la ley quedó en claro que la necesidad de modificar el decreto de la última dictadura cívico-militar (empeorado en sus mecanismos concentradores por todos los gobiernos democráticos que la sucedieron, sin excepción), tenía como objetivo principal la democratización del espectro radioeléctrico, dando lugar a la multiplicación de voces y discursos.
Aunque el 7 de diciembre se iniciara la desinversión de los grandes grupos, por la que hemos luchado durante años desde nuestros medios, no se solucionarían los problemas actuales. Las licencias de las que deban desprenderse los monopolios no necesariamente volverán al Estado para ser sumadas a un espectro que colabore en garantizarnos el 33 por ciento. Sino, más bien, serán transferidas entre privados, pasando quizá de grupos poderosos a otros que también lo son.
La identidad de nuestros medios comunitarios, alternativos y populares se define desde las prácticas colectivas, las relaciones con la comunidad y la existencia de un proyecto comunicacional por y para la organización popular.
Nuestra problemática es particular y exige ser tratada de tal modo. Según la ley, nuestros medios deben tener operadores técnicos y locutores profesionales, ¿cómo le explicamos a un integrante de la Asamblea del Algarrobo, en Andalgalá, Catamarca (por citar sólo un ejemplo conocido por las interferencias que sufrió su señal en febrero de este año), que no puede operar la consola de sonido y debe generar una relación de dependencia laboral con otra persona? No entender que nuestros medios tienen lógicas diferentes a las de los medios comerciales y aún a las de otros sin fines de lucro es no comprender nuestra singularidad.
Sin las voces que se hacen oír desde sus propios medios porque los medios tradicionales no les dan un lugar, la democratización será parcial. Y, según creemos, no existe la democracia a medias: la pluralidad de voces y discursos es la única herramienta para alcanzar ese objetivo. Sin la posibilidad de legalizar lo que ya es legítimo, será imposible.

FUENTE: www.pagina12.com.ar

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