Hacia un modelo de medios de servicio público
Para fortuna de México, el tsunami que despertó la conciencia de millones de ciudadanos, que por primera vez reflexionaron y que en muchos casos se manifestaron en contra de la manipulación de la información por los medios de comunicación masiva, no ha acabado. Nuevas olas se perfilan en el horizonte, preocupando a aquellos que dieron por sentado que, habiendo jugado un papel relevante en las elecciones de julio pasado, el movimiento pasaría a la historia sin hacer más mella.
Así, para pesar de los poderosos grupos mediáticos y las fuerzas políticas que los apoyan, el martes pasado, el #YoSoy132 dio una demostración de unión, proactividad y enfoque, dejando atrás a quienes los han atacado alegando que el movimiento se desdibujó por "supuestas" pugnas internas; que su capacidad de influencia y movilización de la sociedad se vio menguada al pretender abarcar demasiado; y que la posición de algunos grupos en favor o en contra de un determinado personaje político es evidencia de su captura por algunos partidos.
En conferencia de prensa, el Grupo de Trabajo por la Democratización de los Medios del #YoSoy132, reconocido como tal por la Asamblea General Interuniversitaria de mediados agosto, hizo pública su agenda enfocada a seis ejes fundamentales, con los que se pretende trastocar la estructura sobre la que reposan los cimientos del control mediático de las actuales televisoras.
En el Grupo de Trabajo participan y participaron representantes de aproximadamente 20 asambleas del movimiento, incluyendo: el Cinvestav; la FES Acatlán; las facultades de Ciencias Políticas y Sociales, de Derecho y de Filosofía y Letras de la UNAM; el ITAM; los posgrados de la UAM Iztapalapa y de la UNAM; la Universidad Iberoamericana; la UAM Cuajimalpa e Iztapalapa; la Universidad de la Comunicación; la Universidad La Salle; Académicos Metropolitanos; Académicos UNAM; Artistas aliados; la Universidad Anáhuac; la Universidad Obrera de México; la Mesa de Medios de Guadalajara.
Y, para vergüenza de partidos y legisladores, tantos y tan diversos grupos consiguieron un consenso para demandar "acciones legislativas, políticas públicas y... herramientas de exigibilidad" para establecer un modelo de medios constituido por tres sectores: el comercial, el público y el social-comunitario. Además el reconocimiento en hechos -no apenas en derecho- de la naturaleza intrínseca de la comunicación como "servicio público" y su tratamiento como tal; la garantía de condiciones para el ejercicio de la libertad de expresión; la asignación de recursos y la conformación de las estructuras jurídicas que fomenten proyectos autónomos locales y comunitarios, en materia de medios; y la promoción de políticas públicas que apuntalen la alfabetización digital mediante la cual se erradique el riesgo de ampliar la "brecha digital".
Son académicos, universitarios, artistas y periodistas conscientes del impacto transversal que el cambio de estructura en el control de las comunicaciones electrónicas, a través de las que la sociedad se comunica, se informa, se retroalimenta y reflexiona, traería en beneficio de la política, la economía, las políticas sociales, la cultura y la educación del país.
Nada más cierto. La situación de miseria no se cura con canastas básicas y apoyos; el crecimiento económico no se promueve a través de la ignorancia; el civismo no se impulsa a través de mentiras, y la cultura y educación no se fomentan con desinformación.
El ministro de Propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels, sostenía que "si cuentas una gran mentira y continuamente la repites, la gente eventualmente llegará a creerla". Pero también sentenció que "es de importancia vital para el Estado usar sus poderes para reprimir a quienes disienten, porque la verdad es enemigo mortal de la mentira, y por extensión, la verdad es el mayor enemigo del Estado".
La propaganda es y seguirá siendo un instrumento para la manipulación de las sociedades. Son muchos los ejemplos a través de la historia que demuestran su importancia para la consecución de los fines de un Estado. Pero en nuestro país el problema radica en que los medios han dejado de ser meros divulgadores de propaganda para constituirse en el poder que define qué mensaje se debe difundir. Así, los poderes formales que conforman al Estado han pasado a ser rehenes de los medios, únicos con el poder de contar una gran mentira y repetirla, sin que la gente lo dude.
Así que, por México y a favor de nuestra conciencia colectiva, "por la democratización de los medios de comunicación, #YoSoy132".
Fuente: Purificación Carpinteyro, en Reforma, 20 de Sep. 2012.
Etiquetas: Derecho de la Información, Medios de Comunicación, México
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