domingo, 13 de enero de 2013

Venezuela territorio SIP

por Raúl Wiener - www.rwiener.blogspot.com

El titular de El Comercio de Lima del día de ayer señala a toda
página: "Chavismo usa amenazas para imponer su régimen" y la verdad
que da ganas de preguntarse cómo es eso que un "régimen" que ganó
ampliamente las elecciones presidenciales de octubre y fue respaldado
masivamente en las regionales de diciembre y que el jueves había
cubierto de camisas rojas las calles de Caracas, tenga necesidad de
imponerse a sus derrotados con algo más que su  legitimidad política y
social.

Si uno lee a la "prensa seria", es decir la de las grandes familias
periodísticas de América Latina que integran la SIP (se les puede
consultar a través de la Web), verá que todos ellos están tratando el
caso de Venezuela como si fuera propio y que estos señorones y
señoronas fueran la verdadera junta de médicos que debe diagnosticar
sobre el futuro de esa nación y sobre las opciones que supuestamente
se le abren a la oposición derrotada como consecuencia del
agravamiento de la situación de salud de Hugo Chávez.

Efectivamente se siente detrás de esto el interés de los Estados
Unidos sobre lo que podría ser el futuro de una Venezuela post Chávez.
Obviamente para el imperio este es un asunto de la primera prioridad
no sólo por lo del petróleo sino por lo aguda que ha sido la
contradicción Chávez-Washington, pero ni siquiera los actores
políticos de oposición interna, están tan a la iniciativa como la gran
prensa, que para estos casos no reconoce fronteras y aparece como una
sola voz dentro de Venezuela y subcontinente. La oposición que vacila
por conciencia de su condición de minoría y por el grado de tensión
que genera el reclamo de "fijar la línea" en medio de las actuales
circunstancias, recibe sin embargo el fuego de los medios para los
cuales es un escándalo que el chavismo pretenda seguir gobernando.

Un editorial de El Nacional de Caracas reproducido por El Comercio
resume la cuestión en que ahora las formas se han vuelto el fondo de
la cuestión política y eso es lo que tiene que ver con la fecha de
juramentación ante el Congreso dispuesta en la Constitución y la
supuesta ausencia de gobierno legal por el agotamiento de un período y
no inicio del siguiente. A esta argumentación le ha contestado la
Asamblea Nacional y el Tribunal Constitucional indicando el carácter
excepcional  del  momento político y la opción que la propia
Constitución prevé de que la fecha y el órgano ante el que se jura sea
alterado para darle tiempo a que el tema de salud quede clarificado.

En el Perú también se estipula que el presidente deberá juramentar el
28 de julio del año en que fue elegido para el cargo, pero sería
inconcebible que si poco antes de esa fecha el presidente quedase
postrado por alguna circunstancia, el acto de no poder jurar lo
privara del cargo antes de ser declarado incapaz para seguir
ejerciéndolo. Y que la fecha no es invariable lo prueba que Paniagua
juramentó en noviembre del 2000.  Si no me equivoco también algo por
el estilo ocurre en la historia venezolana de los últimos 14 años.

Pero aquí lo fundamental es que, para bien o para mal, el  sistema que
nace de la energía de un caudillo, está caminando a transformarse en
algo distinto, necesariamente más colectivo y menos mesiánico. Chávez
abrió una ruta sobre la que Venezuela no quiere regresar. Y un espacio
al progresismo latinoamericano que ha cambiado al subcontinente.
Aunque no le guste a la SIP.

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