lunes, 14 de enero de 2013

Entrevista al director ejecutivo de la TV Pública: "Hay un canal que empieza a girar"

Existe un televidente que no está registrado en el comportamiento del muestreo que abarcan las planillas de rating. Aunque aún subsista el imperio dominado por Ibope, basado en una circunscripción que no considera a la mayoría, negar a muchos es tan sólo una opción y como tal, deja espacio para otras propuestas.
Pensar, producir, realizar y programar la pantalla de la TV Pública es una tarea muy distinta a la planteada por una emisora comercial. "Analizar hoy la televisión en términos de rating es perderte un universo mucho más rico que se puede explorar", señala Martín Bonavetti, director ejecutivo de Canal 7, a modo de balance del año pasado y frente al desafío que presenta el que comienza. "Es delimitarse a una mirada muy acotada sin comprender el proceso que se está viviendo. Hoy la TV Pública no es sólo este canal. Es Encuentro, es Pakapaka, y son los concursos de nuevas ficciones y los nuevos productores jóvenes de distintos puntos del país", dice.
 
La transformación que recién comienza a partir de la nueva ley de medios se visualiza en esas pantallas. "Los canales comerciales tienen un fin en sí mismo que es generar audiencia porque a partir de eso comercializan. La pantalla de la TV Pública no tiene un fin en sí mismo, sí tenemos una pretensión masiva, pero por ejemplo el BACUA (Banco Audiovisual de Contenidos Universales Argentino) no está planteado en términos de generar rating, está planteado en términos de darle visibilidad a nuevas producciones. Hay mucha gente que se siente alejada de la televisión y eso es responsabilidad de la política de programación de todos los canales que optan por trabajar sólo por rating. Es por eso que todos terminan hablando de lo mismo." 
–¿Cuál es tu balance de 2012?
 
–El 2012 estuvo marcado por una diversidad de contenidos muy fuertes. Si bien En terapia fue el hallazgo de un contenido y un formato realizable adentro del canal que pudo convocar grandes actores, lo más importante es que En terapia creó un perfil de televidente que los preconceptos televisivos no consideraba.
 
–¿Qué preconceptos?
–Por ejemplo: la gente no ve ficción los viernes, y sí, puede ver como vio En terapia con Norma Aleandro. La gente no puede tener un nivel de concentración a determinada hora, la ficción tiene que tener ritmo, ser vertiginosa e incorporar la acción como un elemento llamativo, porque si los diálogos son pesados la gente tiene que descansar y otro más como hábito televisivo está establecido que si te perdiste diez minutos del comienzo de un programa, desde los más éxitos, desde Tinelli a Graduados, no pasa nada. En cambio acá sí, porque si se sienta 22:40 se perdió la mitad del capítulo, entonces eso requiere un pacto con ese tipo de televidente que a las 22:30 puntualmente se sentó a ver cada capítulo. En terapia es un formato que implica otro tipo de programación. Hubo mucha gente que probablemente no consume televisión que se sentó a mirarlo.
 
–¿Cuál es la característica que lo hace distinto?
–Puso en primer plano algo que se perdió que es básicamente lo actoral, lo actoral en todo su sentido en primer plano. Los formatos de televisión tanto en tira y unitarios se han fagocitado a los actores y los han transformado en sólo efectos televisivos que terminan haciendo de ellos mismos. Actoralmente, ninguna de las tiras funciona a partir de la lectura y la comprensión del personaje. Vi el otro día la de Luciano Castro y es increíble porque no actúan, se sumergen en personajes repetitivos.
 
–La cuota de ficción tuvo mucho que ver en las nuevas ficciones que además renovaron el prime-time a lo largo del año.
–Ya habíamos definimos la franja de las 22:30 como franja de ficción y trabajamos en ese sentido. Martes, miércoles y jueves, sí o sí ficción. El viernes fue a veces fútbol y los lunes fuimos viendo. Los pibes del puente, por ejemplo, hablaron de la marginación desde un lugar desprejuiciado y fueron actoralmente muy buenos y se permitían decir cosas desde la naturalidad. Hay gente que se está incluyendo al sistema audiovisual, hay que promoverlos, ya no hay paso atrás, el proceso ya comenzó. La runfla de los grandes será la runfla de los grandes, pero el empuje que tienen estos chicos va a dejar una marca. 
 
–¿Ocho capítulos alcanzan para instalar un programa?
–En términos de programación, una ficción de ocho capítulos, cuando la gente lo comienza a ver ya se termina, y ahí tuve que comprender que la función es darle visibilidad a un proceso que recién empieza. Que hay pros y contras. No se puede armar una ficción sin saber en qué pantalla irá, porque las pantallas tienen identidad, y la nuestra logró tenerla. Hay cosas para mejorar, por ejemplo que no se repitan los mismos actores en varias ficciones. Hubo una propuesta de concurso para hacer ficciones de 60 capítulos. Pero al margen de eso, la experiencia es muy positiva, es un proceso del que estamos aprendiendo.
 
–Además de las ficciones, ¿qué destacás del trabajo de 2012?
–Fue un gran año porque generamos una cantidad de contenidos muy disimiles uno de otro, que requirieron habilidades muy específicas. Generar en dos semanas una trasmisión de doce horas seguidas de los Juegos Olímpicos son tareas de producción muy grandes. Generamos programas culturales que rompieron la dinámica inevitable de los programas culturales que con todo respeto nosotros también tenemos, pero que fueron más audaces.
 
–¿Por ejemplo cuáles?
–Haberlo convocado a Ricardo Piglia para una coproducción con la Biblioteca Nacional para un formato de clases abiertas y haber arriesgado para que el conocimiento esté dentro de la televisión y no transformarlo a Piglia en un personaje que tiene que sacar humo blanco porque si no no es televisivo. Haber generado, por ejemplo, un documental sobre la guerra de Paraguay; ese ciclo operó como un disparador de otras cosas. Lo invitamos a Lugo a la Argentina, que fue un acto político: un presidente destituido que fue quien cerró el ciclo. Paralemente hicimos charlas debate en los pasillos del canal, trajimos a gente de la Academia, universidad y divulgadores y hubo discusiones enfervorizadas donde participaron más de 400 personas y lo trasmitíamos por streaming y llegamos a tener 1500 colgados. En términos de comunicación eso es destacable. Fue una muestra para entender un programa como un emergente de otras acciones de comunicación que legitima la propuesta artística como contenido de la TV Pública con esas otras acciones. 
 
–Se renovó el noticiero.
–Sí, armar un noticiero como el de las 6:30 AM con Nadia y el de Camaití a la medianoche, aunque todavía le falta. Habla de una pantalla que está rompiendo la inercia de que cada uno que viene se queda y trae a su gente y no se renueva más porque eso es dañino para todos. Esta era una pantalla que tenía un envejecimiento prematuro; todo parecía que estaba igual hace 20 años. Eso me marca que hay un canal que empieza a girar y que genera contenidos dentro de los parámetros conceptuales de lo que representa la TV Pública.
 
–¿Qué reconocés que falta?
–Hay una cuenta pendiente que tiene que ver con la programación infantil. Es algo muy complejo de construir básicamente porque las cadenas comerciales han montado industrias y realmente le han puesto todo. Veo una película de Pixar y veo un parámetro alto, ¿cómo puedo yo aproximarme a eso? Firmamos un convenio de producción con Pakapaka. Estamos produciendo desde octubre un programa que se llama Capos, del estilo de Magazine for fai, y luego entramos a la producción de una ficción para chicos en el canal. Haremos dos tiras, una es Nota al pie, sobre una academia de baile, y luego estamos negociando otro formato basado en un éxito editorial. 
 
«un (des)valor llamado rating
 
“Mientras no se haga un análisis racional del rating, no tengo nada más para decir. El modelo de audiencia no es un modelo de consumo de mercado. Ibope mide representantes de cómo consume, y medir kilos o litros son dos cosas distintas. Por otro lado, mientras siga existiendo una manipulación con respeto a no instalar a Canal 7 en las grillas de los cables en el lugar que no sea marginado, operan otras cosas para no darle visibilidad y –segundo– opera una dimensión de medición sobre la que no coincidimos. En términos de premios estamos por delante de América y Canal 9. En programación y generación de contenidos también. La Web funciona muy bien. Youtube nos paga por publicar contenido porque generamos un millón de visualizaciones mensuales", cuenta Bonavetti.
 
el federalismo bien pensado empieza por casa
 
–Antes, era únicamente la TV Pública quien pensaba en el país grande. ¿El plan de adecuación y lanzamiento de nuevas emisoras a lo largo del país transforma esa idea de pantalla federal? 
–Acá hago una autocrítica. Nosotros somos deudores de un discurso audiovisual en términos de representación federal. Deudores de un discurso que nació obviamente con ATC, en el que se entendía al federalismo como una sumatoria de paisajes, y se entendía al individuo como el poblador, por lo general, que se había quedado haciendo patria, y se hablaba del trabajo en términos agropecuarios y punto, o se definía a una cooperativa como una fábrica de dulces o una cría de cabritos. E incluso, culturalmente, la representación que se hacía era en términos telúricos, donde se mostraban ballet folklóricos en representación de una cultura. Ese discurso necesariamente lo teníamos que cambiar. El haber hecho este diagnóstico, saber lo profundo que está instalado es un proceso muy largo para transformar. No se hablaba de la cultura del trabajo, no se hablaba de lo que las provincias, en términos culturales, son capaces de generar independientemente de Buenos Aires. Muy despacito se está rompiendo ese concepto de que la manifestación de la cultura es a través del espectáculo porque, otra vez, nos estamos perdiendo mucho. Como pantalla nacional, uno tiene una pretensión nacional, pero lo interesante es poner en cuestionamiento ese discurso audiovisual que se mantuvo durante décadas y que tiene una estigmatización muy fuerte. Uno tiene que generar corrimientos; creo que Encuentro está exento de esa mirada: pudo mirar y enfocar desde otro lugar, y en Encuentro aparece gente viva, normal, como vos y yo, como mi vecino; no hay estigmatizaciones.
 
 
programación de verano
 
Los partidos de Argentina en el Campeonato Sudamericano Sub-20 (clasificatorio para la Copa Mundial de Fútbol Sub-20 Turquía 2013) y el Rally Dakar 2013 (Perú-Argentina-Chile) renovaron la pantalla de verano, así como los festivales de Doma de Diamante y Cosquín. 
Además, todos los sábados desde el 12 de enero está el ciclo Entrá, la TV Pública a puertas abiertas, donde la segunda temporada de la propuesta abre con "Cómicos mudos", películas de cine mudo proyectadas en 16 milímetros y presentadas en vivo por Martín Peña y Fabio Manes, y musicalizadas también en vivo por Fernando Kabusacki y Matías Mango. 
A las 19:30, en el Estudio 1, con entrada libre y gratuita.
 
el debate alrededor de 6,7,8
 
Durante 2012, 6,7,8 propuso panelistas rotativos y siguió como una tribuna de debate que muchas veces generó respuestas álgidas desde los medios hegemónicos. 
Según Bonavetti, "que alguien no coincida con 6,7,8 es aceptable, hasta lógico en función de la posibilidad de elegir otra cosa, pero negarle a 6,7,8 que ha sido un programa que ha interactuado con una coyuntura política y social de transformación es quedarse en una discusión de vanidades que mirá qué dicen de mí, qué dicen de este o mirá quién habla, y no es ir al centro de la cuestión. Pocos programas conozco que hayan generado esa explosión en Facebook. Es un programa que ha acompañado un proceso. Y sí, puede cometer errores, sufre el desgaste de cualquier programa diario y está regido por las leyes de televisión. Me sorprende todo lo que se ha tratado de achacarle porque además, aquellos que hablan de libertad de expresión han estigmatizado a un ciclo."

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