Entrevista al director ejecutivo de la TV Pública: "Hay un canal que empieza a girar"
Existe un televidente que no está registrado en el comportamiento del
muestreo que abarcan las planillas de rating. Aunque aún subsista el
imperio dominado por Ibope, basado en una circunscripción que no
considera a la mayoría, negar a muchos es tan sólo una opción y como
tal, deja espacio para otras propuestas.
Pensar, producir, realizar y programar la pantalla de la TV Pública
es una tarea muy distinta a la planteada por una emisora comercial.
"Analizar hoy la televisión en términos de rating es perderte un
universo mucho más rico que se puede explorar", señala Martín Bonavetti,
director ejecutivo de Canal 7, a modo de balance del año pasado y
frente al desafío que presenta el que comienza. "Es delimitarse a una
mirada muy acotada sin comprender el proceso que se está viviendo. Hoy
la TV Pública no es sólo este canal. Es Encuentro, es Pakapaka, y son
los concursos de nuevas ficciones y los nuevos productores jóvenes de
distintos puntos del país", dice.
La transformación que recién comienza a partir de la nueva ley de
medios se visualiza en esas pantallas. "Los canales comerciales tienen
un fin en sí mismo que es generar audiencia porque a partir de eso
comercializan. La pantalla de la TV Pública no tiene un fin en sí mismo,
sí tenemos una pretensión masiva, pero por ejemplo el BACUA (Banco
Audiovisual de Contenidos Universales Argentino) no está planteado en
términos de generar rating, está planteado en términos de darle
visibilidad a nuevas producciones. Hay mucha gente que se siente alejada
de la televisión y eso es responsabilidad de la política de
programación de todos los canales que optan por trabajar sólo por
rating. Es por eso que todos terminan hablando de lo mismo."
–¿Cuál es tu balance de 2012?
–El 2012 estuvo marcado por una diversidad de contenidos muy
fuertes. Si bien En terapia fue el hallazgo de un contenido y un formato
realizable adentro del canal que pudo convocar grandes actores, lo más
importante es que En terapia creó un perfil de televidente que los
preconceptos televisivos no consideraba.
–¿Qué preconceptos?
–Por ejemplo: la gente no ve ficción los viernes, y sí, puede ver
como vio En terapia con Norma Aleandro. La gente no puede tener un nivel
de concentración a determinada hora, la ficción tiene que tener ritmo,
ser vertiginosa e incorporar la acción como un elemento llamativo,
porque si los diálogos son pesados la gente tiene que descansar y otro
más como hábito televisivo está establecido que si te perdiste diez
minutos del comienzo de un programa, desde los más éxitos, desde Tinelli
a Graduados, no pasa nada. En cambio acá sí, porque si se sienta 22:40
se perdió la mitad del capítulo, entonces eso requiere un pacto con ese
tipo de televidente que a las 22:30 puntualmente se sentó a ver cada
capítulo. En terapia es un formato que implica otro tipo de
programación. Hubo mucha gente que probablemente no consume televisión
que se sentó a mirarlo.
–¿Cuál es la característica que lo hace distinto?
–Puso en primer plano algo que se perdió que es básicamente lo
actoral, lo actoral en todo su sentido en primer plano. Los formatos de
televisión tanto en tira y unitarios se han fagocitado a los actores y
los han transformado en sólo efectos televisivos que terminan haciendo
de ellos mismos. Actoralmente, ninguna de las tiras funciona a partir de
la lectura y la comprensión del personaje. Vi el otro día la de Luciano
Castro y es increíble porque no actúan, se sumergen en personajes
repetitivos.
–La cuota de ficción tuvo mucho que ver en las nuevas ficciones que además renovaron el prime-time a lo largo del año.
–Ya habíamos definimos la franja de las 22:30 como franja de
ficción y trabajamos en ese sentido. Martes, miércoles y jueves, sí o sí
ficción. El viernes fue a veces fútbol y los lunes fuimos viendo. Los
pibes del puente, por ejemplo, hablaron de la marginación desde un lugar
desprejuiciado y fueron actoralmente muy buenos y se permitían decir
cosas desde la naturalidad. Hay gente que se está incluyendo al sistema
audiovisual, hay que promoverlos, ya no hay paso atrás, el proceso ya
comenzó. La runfla de los grandes será la runfla de los grandes, pero el
empuje que tienen estos chicos va a dejar una marca.
–¿Ocho capítulos alcanzan para instalar un programa?
–En términos de programación, una ficción de ocho capítulos, cuando
la gente lo comienza a ver ya se termina, y ahí tuve que comprender que
la función es darle visibilidad a un proceso que recién empieza. Que
hay pros y contras. No se puede armar una ficción sin saber en qué
pantalla irá, porque las pantallas tienen identidad, y la nuestra logró
tenerla. Hay cosas para mejorar, por ejemplo que no se repitan los
mismos actores en varias ficciones. Hubo una propuesta de concurso para
hacer ficciones de 60 capítulos. Pero al margen de eso, la experiencia
es muy positiva, es un proceso del que estamos aprendiendo.
–Además de las ficciones, ¿qué destacás del trabajo de 2012?
–Fue un gran año porque generamos una cantidad de contenidos muy
disimiles uno de otro, que requirieron habilidades muy específicas.
Generar en dos semanas una trasmisión de doce horas seguidas de los
Juegos Olímpicos son tareas de producción muy grandes. Generamos
programas culturales que rompieron la dinámica inevitable de los
programas culturales que con todo respeto nosotros también tenemos, pero
que fueron más audaces.
–¿Por ejemplo cuáles?
–Haberlo convocado a Ricardo Piglia para una coproducción con la
Biblioteca Nacional para un formato de clases abiertas y haber
arriesgado para que el conocimiento esté dentro de la televisión y no
transformarlo a Piglia en un personaje que tiene que sacar humo blanco
porque si no no es televisivo. Haber generado, por ejemplo, un
documental sobre la guerra de Paraguay; ese ciclo operó como un
disparador de otras cosas. Lo invitamos a Lugo a la Argentina, que fue
un acto político: un presidente destituido que fue quien cerró el ciclo.
Paralemente hicimos charlas debate en los pasillos del canal, trajimos a
gente de la Academia, universidad y divulgadores y hubo discusiones
enfervorizadas donde participaron más de 400 personas y lo trasmitíamos
por streaming y llegamos a tener 1500 colgados. En términos de
comunicación eso es destacable. Fue una muestra para entender un
programa como un emergente de otras acciones de comunicación que
legitima la propuesta artística como contenido de la TV Pública con esas
otras acciones.
–Se renovó el noticiero.
–Sí, armar un noticiero como el de las 6:30 AM con Nadia y el de
Camaití a la medianoche, aunque todavía le falta. Habla de una pantalla
que está rompiendo la inercia de que cada uno que viene se queda y trae a
su gente y no se renueva más porque eso es dañino para todos. Esta era
una pantalla que tenía un envejecimiento prematuro; todo parecía que
estaba igual hace 20 años. Eso me marca que hay un canal que empieza a
girar y que genera contenidos dentro de los parámetros conceptuales de
lo que representa la TV Pública.
–¿Qué reconocés que falta?
–Hay una cuenta pendiente que tiene que ver con la programación
infantil. Es algo muy complejo de construir básicamente porque las
cadenas comerciales han montado industrias y realmente le han puesto
todo. Veo una película de Pixar y veo un parámetro alto, ¿cómo puedo yo
aproximarme a eso? Firmamos un convenio de producción con Pakapaka.
Estamos produciendo desde octubre un programa que se llama Capos, del
estilo de Magazine for fai, y luego entramos a la producción de una
ficción para chicos en el canal. Haremos dos tiras, una es Nota al pie,
sobre una academia de baile, y luego estamos negociando otro formato
basado en un éxito editorial.
«un (des)valor llamado rating
“Mientras no se haga un análisis racional del rating, no tengo nada
más para decir. El modelo de audiencia no es un modelo de consumo de
mercado. Ibope mide representantes de cómo consume, y medir kilos o
litros son dos cosas distintas. Por otro lado, mientras siga existiendo
una manipulación con respeto a no instalar a Canal 7 en las grillas de
los cables en el lugar que no sea marginado, operan otras cosas para no
darle visibilidad y –segundo– opera una dimensión de medición sobre la
que no coincidimos. En términos de premios estamos por delante de
América y Canal 9. En programación y generación de contenidos también.
La Web funciona muy bien. Youtube nos paga por publicar contenido porque
generamos un millón de visualizaciones mensuales", cuenta Bonavetti.
el federalismo bien pensado empieza por casa
–Antes, era únicamente la TV Pública quien pensaba en el país
grande. ¿El plan de adecuación y lanzamiento de nuevas emisoras a lo
largo del país transforma esa idea de pantalla federal?
–Acá hago una autocrítica. Nosotros somos deudores de un discurso
audiovisual en términos de representación federal. Deudores de un
discurso que nació obviamente con ATC, en el que se entendía al
federalismo como una sumatoria de paisajes, y se entendía al individuo
como el poblador, por lo general, que se había quedado haciendo patria, y
se hablaba del trabajo en términos agropecuarios y punto, o se definía a
una cooperativa como una fábrica de dulces o una cría de cabritos. E
incluso, culturalmente, la representación que se hacía era en términos
telúricos, donde se mostraban ballet folklóricos en representación de
una cultura. Ese discurso necesariamente lo teníamos que cambiar. El
haber hecho este diagnóstico, saber lo profundo que está instalado es un
proceso muy largo para transformar. No se hablaba de la cultura del
trabajo, no se hablaba de lo que las provincias, en términos culturales,
son capaces de generar independientemente de Buenos Aires. Muy
despacito se está rompiendo ese concepto de que la manifestación de la
cultura es a través del espectáculo porque, otra vez, nos estamos
perdiendo mucho. Como pantalla nacional, uno tiene una pretensión
nacional, pero lo interesante es poner en cuestionamiento ese discurso
audiovisual que se mantuvo durante décadas y que tiene una
estigmatización muy fuerte. Uno tiene que generar corrimientos; creo que
Encuentro está exento de esa mirada: pudo mirar y enfocar desde otro
lugar, y en Encuentro aparece gente viva, normal, como vos y yo, como mi
vecino; no hay estigmatizaciones.
programación de verano
Los partidos de Argentina en el Campeonato Sudamericano Sub-20
(clasificatorio para la Copa Mundial de Fútbol Sub-20 Turquía 2013) y el
Rally Dakar 2013 (Perú-Argentina-Chile) renovaron la pantalla de
verano, así como los festivales de Doma de Diamante y Cosquín.
Además, todos los sábados desde el 12 de enero está el ciclo Entrá,
la TV Pública a puertas abiertas, donde la segunda temporada de la
propuesta abre con "Cómicos mudos", películas de cine mudo proyectadas
en 16 milímetros y presentadas en vivo por Martín Peña y Fabio Manes, y
musicalizadas también en vivo por Fernando Kabusacki y Matías Mango.
A las 19:30, en el Estudio 1, con entrada libre y gratuita.
el debate alrededor de 6,7,8
Durante 2012, 6,7,8 propuso panelistas rotativos y siguió como una
tribuna de debate que muchas veces generó respuestas álgidas desde los
medios hegemónicos.
Según Bonavetti, "que alguien no coincida con 6,7,8 es aceptable,
hasta lógico en función de la posibilidad de elegir otra cosa, pero
negarle a 6,7,8 que ha sido un programa que ha interactuado con una
coyuntura política y social de transformación es quedarse en una
discusión de vanidades que mirá qué dicen de mí, qué dicen de este o
mirá quién habla, y no es ir al centro de la cuestión. Pocos programas
conozco que hayan generado esa explosión en Facebook. Es un programa que
ha acompañado un proceso. Y sí, puede cometer errores, sufre el
desgaste de cualquier programa diario y está regido por las leyes de
televisión. Me sorprende todo lo que se ha tratado de achacarle porque
además, aquellos que hablan de libertad de expresión han estigmatizado a
un ciclo."
Etiquetas: Argentina, tv pública
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