Una decisión que se hace esperar
(Por Irina Hauser) El fallo sobre
la ley de medios saldría después de las elecciones. Los ministros están redactando,
cada uno por su lado, un voto individual. En el tribunal no quieren que el
fallo quede muy próximo a las elecciones. Hasta ahora no se habría conformado
una mayoría de cuatro votos necesaria para resolver.
Después del furor de
la audiencia pública, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual dejó de
ser una cuestión urgente para la Corte Suprema. Los siete jueces del tribunal
llevan varios meses masticando el tema, más de cuatro años de conocerlo de
cerca, e incluso la mayoría tendría posición tomada. Pero nada indica ahora que
vayan a mostrar sus cartas al público antes de las elecciones de octubre. Entre
ellos se ha dado este ritual: cada uno está urdiendo en su despacho individual
un proyecto propio para pronunciarse sobre la validez constitucional de la
norma; en el mientras tanto algunos se consultan y discuten entre ellos; cuando
llega la reunión plenaria de los martes, todos ponen cara de que no tienen idea
de nada de nadie y a veces ignoran el tema por completo.
Aunque la cara
visible sea el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, cuentan funcionarios
supremos que quien maneja los hilos es Juan Carlos Maqueda, un hombre que
siempre gustó del arte de la política, cercano en la actualidad al gobernador
José Manuel de la Sota. También dicen que se llevó cierta sorpresa frente al
resultado de la audiencia pública, que pintaba como una discusión polarizada y
política entre Clarín y el Gobierno, pero devino en un rico acontecimiento que dejó
a la vista de toda la sociedad qué objetivos persigue cada quien en la
pulseada: la defensa ciega patrimonial del multimedios, de argumentación
limitada, que no admite la pérdida de su carácter monopólico, que considera una
violación a la libertad de expresión, y una concepción amplia de ese derecho,
planteada por el Estado, que entiende al sistema comunicacional en su
complejidad, que incluye la libre circulación de información y la soberanía del
público, y requiere regulación estatal.
Después de la audiencia
pública, a fines del mes pasado, voceros de la Corte anunciaron que esperarían
a que Raúl Zaffaroni volviera de un viaje a Alemania para ponerse a deliberar.
Tal vez la partida de Zaffaroni fue muy evidente porque fue en la mitad de la
primera jornada. Pero en cuanto terminó la segunda, también aprovecharon para
hacer unos viajecitos otros ministros. Elena Highton de Nolasco se fue a
Estados Unidos y Enrique Petracchi voló hacia el continente africano, según
informan en el tribunal. Recién la semana pasada estuvieron todos juntos otra
vez dispuestos a empezar a escribir sus votos sobre la constitucionalidad de la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LdSCA).
La parsimonia que se
respira ahora en la Corte, aunque es evidente que los jueces se vayan tanteando
entre sí y tejiendo eventuales pequeñas alianzas, responde en parte a una
suerte de pacto de no agresión con el gobierno nacional. La relación entre
ambos poderes tuvo un punto máximo de tensión cuando el alto tribunal terminó
de barrer con lo que quedaba en pie de la reforma judicial y puso sus propias
reglas para algunos ítems, como la presentación de declaraciones juradas de los
jueces.
Las posturas supremas
en relación con la ley de medios no serían muy distintas que dos meses atrás,
cuando se vislumbraba un empate entre Lorenzetti, Zaffaroni y Highton de Nolasco
(a favor de la constitucionalidad) y Carlos Fayt, Maqueda y Carmen Argibay (en
contra), lo que –de ser así– pondría en un lugar decisivo a Petracchi. En radio
pasillo, las variantes salomónicas siguen a la orden del día. A la vez, si tal
como parece, cada juez supremo redacta su propio voto habrá que ver cómo harán
para confluir en un único resultado. No es una tarea que prometa ser resuelta
en pocos días y está claro que en el tribunal no quieren que el fallo quede muy
próximo a las elecciones. Quieren minimizar las interpretaciones políticas y
electorales. En dos despachos ya dicen que sale después de las elecciones.
El hecho de que los
supremos estén elaborando votos individuales habla de que la Corte no funciona
como un bloque compacto, sino que cada cual atiende su juego, aunque varios
coincidan en una aparente aspiración de trascender a los gobiernos.
Fuente: Página 12
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