lunes, 6 de agosto de 2012

Por una televisión alternativa y masiva

(Por Natalia Vinelli). El debate y posterior aprobación de la ley de medios en Argentina renovó el interés en un área que venía siendo postergada desde la investigación académica e invisibilizada como práctica social y política. Nos referimos a la comunicación alternativa, popular y comunitaria, que tuvo sus momentos de mayor producción teórica en los 60 y 70 (entendida como herramienta de las organizaciones de militancia), pero también durante la transición democrática (más anclada en una conceptualización con eje en el territorio y la cultura), para ser dejada de lado a partir de los 90. Ahora, con la ley 26.522 y una promesa de apertura hacia este tipo de experiencias, se produce una interesante proliferación de artículos y foros que intentan pensar los desafíos que estos medios, y sobre todo la televisión, tendrán en el nuevo contexto legal y tecnológico.

En este artículo nos ocuparemos de esos desafíos de manera polémica, a partir de una reflexión –siempre tentativa, siempre contextual- basada en la práctica de la televisión alternativa. Hoy son unos cuantos los canales alternativos y populares que disputan un lugar en el éter y/o experimentan con las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, y son el insumo que nos hace pensar las maneras de “pegar un salto” en la calidad y la llegada de lo que venimos haciendo. Por eso organizamos este trabajo de manera de abordar, en primer lugar, las determinaciones que hacen a la televisión alternativa, que aunque no garanticen un funcionamiento alternativo en todos los casos, necesariamente generan un punto de partida (un modelo de comunicación) que es radicalmente diferente al de los medios hegemónicos y las corporaciones multimediáticas. Junto con esto dejaremos asentadas, en segunda instancia, algunas anotaciones que hacen a una conceptualización de la televisión alternativa, cruzada por lógicas contradictorias de transformación y reproducción y que completan la propuesta de una vía de abordaje de las condiciones de producción de la comunicación alternativa.

En tercer lugar nos detendremos en algunos de los desafíos actuales de la alternatividad. Estos desafíos se problematizan en el sentido de evidenciar las tensiones que generan. Para nosotros la masividad, es decir, la visibilización y por lo tanto la disputa de sentido es el desafío más importante de estos días, pero se enfrenta con unas prácticas artesanas por un lado, y por otro con las limitaciones propias de una tecnología de desecho (la televisión de aire) que achica la llegada de manera considerable. En este sentido impulsamos la lucha de los canales de televisión alternativos, populares y comunitarios por concursos específicos para el otorgamiento de frecuencias y un plan de fomento que haga de la migración a digital un camino transitable y no un callejón sin salida. Sin duda uno de los condicionantes más insidiosos para esto es el tema del financiamiento, del cual nos ocuparemos en cuarto lugar y en relación con la ley 26.522 y la cuestión de la masividad.

Muchas de las intervenciones recientes aseguran que con la nueva ley de medios se abre la posibilidad de “jugar en cancha grande”, pero sin detenerse en explicar qué significa este supuesto y dando por sentado que abandonar el potrero no es nada más que una decisión de los colectivos que hacen TV popular. De este modo se cristalizan las prácticas y se las lee como si carecieran de restricciones y condicionantes externos, como si no estuvieran insertas en un tiempo y en una sociedad dados ni cruzadas por profundas desigualdades. Para nosotros la comunicación alternativa, y dentro de ésta la televisión, no puede pensarse por fuera del cruce entre política y comunicación, por eso nos preguntamos –siguiendo con la metáfora- cómo se financiaría el juego en una cancha grande, quién haría el reglamento y quién sería el árbitro.

También nos parece necesario plasmar algunas distancias entre la televisión alternativa, popular y comunitaria y la televisión como pyme, porque ambas se amontonan en el tercio del espectro destinado por ley a las organizaciones sin fines de lucro, provocando conflictos que tienen que ver con las desiguales condiciones de producción de cada una de estas experiencias. La caracterización de la comunicación alternativa, popular y comunitaria como “organizaciones sin fines de lucro” fue, de hecho, cuestionada por un conjunto importante de medios populares durante el debate de la ley de medios, porque refiere a un modelo de comunicación y de periodismo cuyos métodos de trabajo, gestión y funcionamiento poco tienen que ver con las realidades de la comunicación popular.

Por último y en quinto lugar, nos referiremos a la necesidad política de construir una TV alternativa, ese impulso que nos anima a seguir levantando herramientas que aporten a la construcción de otra subjetividad aun en condiciones de debilidad y a sabiendas del largo camino por recorrer antes de festejar los resultados. Eso que hace que la televisión sea parte de un proyecto alternativo a secas, pero que también sea televisión y requiera un modo de funcionamiento y, vamos a decirlo, un tipo de militancia que reconozca esta especificidad. Las experiencias hasta ahora vienen demostrando que es posible sostenerse y avanzar, incluso con todos los matices que hacen a la variedad de las prácticas y sus orientaciones políticas e ideológicas.

Tras décadas de persecución legal, allanamientos y decomisos, sin un financiamiento que esté estratégicamente resuelto, con tecnologías de desecho y contra todos los pronósticos que asocian la comunicación a las ganancias, la televisión alternativa viene demostrando que es posible hacer y multiplicar una imagen televisiva de calidad que diga otras cosas. Que, como señala el maestro Fernando Birri entrevistado para otro artículo de este libro,[1] si la hay la hay, y si no se crea en estado de necesidad. Necesidad de construir otra pantalla con lo que se tiene y hacerlo lo mejor posible, de discutir criterios de noticiabilidad y formación de agenda en conjunto con o insertos entre los sectores movilizados de la sociedad. Necesidad de experimentar con géneros y formatos populares, de avanzar en la instalación de herramientas propias que evidencian, cuando existen, las enormes distancias –los antagonismos- entre el periodismo popular y el periodismo hegemónico. Y a partir de conocer estas distancias y estas desigualdades, avanzar colectivamente en la superación de las mismas.

Para leer el trabajo completo, ingrese aquí: http://alainet.org/active/56930&lang=es

- Natalia Vinelli (2012), "Por una televisión alternativa y masiva". Publicado en Vinelli, Natalia (Comp.), Comunicación y televisión popular. Escenarios actuales, problemas y potencialidades. Buenos Aires, Cooperativa Gráfica el Río Suena.

Fuente: www.alainet.org

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