Camino sinuoso
(Por Román
Roncolato) Aquí se propone rescatar el sentido de los 21 puntos planteados por
la Coalición para la Comunicación Democrática.Se cumplieron tres años de la
sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y aún se escuchan
los ecos de aquellos argumentos que se instalaron desde la representación de
los grupos concentrados.
Potenciales “censuras” de contenidos o un espíritu de contralor se
constituyeron, desde entonces, como fantasmas al acecho. Acompañados por
títulos, acotaciones y representaciones que embrollaron el verdadero eje de la
discusión.
El temor a la regulación del sector de radiodifusión sobre la propiedad
de los medios, verdadero déjà-vu de 2009, sigue muy vigente. En un breve recorrido
por los más de 25 años desde el retorno democrático, resulta evidente que no se
sustituyó la norma de facto (Ley Nº 22.285) por los vaivenes que sufrió el
tratamiento de proyectos de ley, iniciativas o debates que se tiñeron de
confusiones, silencios, presiones e intereses económicos que primaron por
encima de la democratización del sector. Ni la peor ley sancionada en
democracia, aun si fuera éste el ejemplo, sería tan perjudicial como aquel
decreto con peso de ley firmado por Jorge Rafael Videla en 1980. Quienes desean
perpetuar su relato hegemónico se situaron, una vez más, cercanos a la
actividad que alguna vez el Comfer propinó en sus épocas más oscuras, con
órdenes de decomiso y control de los contenidos. Una verdadera máquina de
impedir la expresión de nuevos actores, de esas “otras voces” que seguimos sin
escuchar.
Resulta interesante volver sobre aquellos 21 puntos de la Coalición por
una Radiodifusión Democrática, contemplados en el corpus normativo actual. En
sus planteos residen los nuevos desafíos a implementar por la Afsca. ¿Quién
vela por los sectores invisibilizados? ¿Quién se preocupa por aquellas
organizaciones no gubernamentales que desean regularizar su actividad y obtener
una licencia? Asimismo, los efectos de la herencia de un mapa de medios
concentrado que sigue hegemonizando la agenda centralista de los argentinos.
¿Por qué no se puede pensar en emisoras estatales que no operen como
gubernamentales?
Como manifestó en alguna entrevista Washington Uranga: “No hay
desarrollo, en ningún campo, sin comunicación democrática”. Y bajo esta
premisa, la ley democrática puede perfeccionarse. Debe aggiornarse. Pero para
ello es vital su inmediata aplicación. Que los medios de comunicación, como
reconocidas instituciones políticas, se ajusten a derecho es un primer paso.
Aunque no pretenda ser ésta una reivindicación de las teorías sobre la
omnipotencia de los medios, mientras los propios regulados pretendan seguir
“regulando” e imponer su propia cosmovisión, será difícil que este u otro gobierno
pueda efectivizar la convalidación de las Políticas Nacionales de Comunicación
(PNC) con la norma que –audiencias públicas mediante– trató el Congreso de la
Nación y que fue promulgada por el Poder Ejecutivo nacional (PE) el 10 de
octubre de 2009.
En plena cuenta regresiva hacia el 7D, la temática se vuelve interesante
en la medida en que se logre realizar un análisis profundo. Acompañado de un
debate que nos cobije como sociedad y que exceda el mero trasfondo político y
mediático “Grupo Clarín vs. gobierno nacional”, como un Boca-River en el que
pierde la democracia.
FUENTE: www.pagina12.com.ar
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