El poder de la comunicación en el centro de la disputa
(Por Fabián Silveira - Usina de Medios).Tal vez hace no mucho más de 10 años las transformaciones gustosas que estamos atravesando en el capo de las comunicaciones eran impensables. Hoy más que nunca, en toda nuestra historia, la comunicación es la dimensión en la cual se dirime no solo la subjetividad social, sino las relaciones económicas, los Estados y en definitiva el modelo de república.
La oposición política partidaria a este modelo impulsado por el Kirchnerismo está claro que se encuentra disgregada, herida de muerte; pero que ha encontrado en las corporaciones mediáticas – no porque se quieran sino por un instinto de autoconservación y espanto – un amante capaz de dar la vida por no perder los privilegios servidos por la política desde la dictadura militar hasta aquí. En dicha relación no hay intercambio, ni puesta en común de las decisiones; son las corporaciones que someten carnalmente, a través de sus dispositivos comunicacionales (tv, radio, diarios, internet, títeres y actores de novela periodísticos; y sus repeticiones hasta el hartazgo) a la política y lo pretenden hacer con la gestión publica.
Está claro que la disputa es económica, y si bien los extremos no son aconsejables, en esta coyuntura hay que decidir de qué lado y que Argentina queremos tal vez por muchos años más. El éxito o el fracaso de un modelo de comunicación pensado desde y como un servicio público están en juego y las relaciones de fuerza y actores más tirantes que nunca.
A modo ilustrativo, y a grandes rasgos tenemos el país que pelea por la plena aplicación de la ley de medios, por el reciente proyecto de ley presentado en defensa de los medios gráficos independientes, ley de expropiación del 24% de papel prensa, la democratización de la justicia, una argentina conectada con igualdad cultural, software libre cada vez más regionalizado, y por el otro manotazos de ahogado y mamarrachescos DNU, cautelares por doquier, justicia injusta y toda la aparatología y artillería periodística mediática vendiendo la “democracia más parecida a una dictadura de la historia”.
En fin lo sepa o no, lo quiera o no “Clarín”, ya toda la sociedad interpela a los propios medios de comunicación; pero ni siquiera está cerca de congeniar las relaciones de fuerza este gran avance no solo en como entender la comunicación y el periodismo, sino a la propia democracia. Existe el desafío más que nunca de seguir dando la batalla.
Desde el sector de la/s comunicaciones de la economía solidaria, tenemos que seguir apostando y haciendo los pequeños pasos y no las grandes revoluciones, esto dignifica y significa consolidar todos los espacios asociativos de redes impulsados (radio, tv, producción, gráfica, comunicación institucional), construir las empresas nacionales de referencia por rama de la actividad, empoderar a las Universidades de nuestro sector, generar conductores de este proceso; y fundamentalmente convertirnos en una actor de peso económico y con ello lo cultural, que dispute asociativamente pauta, publicidad, audiencias, negocios, nuevos nichos.
Hoy tenemos la fortaleza de hacerlo conjuntamente con el Estado, pero ojo a no descuidarse, que el poder de fuego del enemigo es muy grande y a través de sus pantallas del miedo intenta psicóticamente atentar y “alertar” a la “ciudadanía” que un fantasma avasallador recorre cada uno de los rincones de su vida.
El momento es ahora y seguiremos transitando el camino de la liberación de nuestros pueblos.
Usina de Medios
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