Debate: "Fútbol para Todos"
Recuperamos la discusión que mantuvieron, a fines del 2010, Enrique de
la Calle y Horacio Bustingorry en torno a uno de los programas más
populares del kirchnerismo.
En agosto de 2009, el Gobierno Nacional puso en marcha el “Programa
Fútbol para Todos” mediante el cual transmite a todo el territorio
nacional, en forma gratuita, en vivo y a través de los sistemas de
televisión abierta, TDA y TDT los diferentes torneos oficiales de fútbol
organizados por la Asociación del Fútbol Argentino.
A fines del 2010 y principios del 2011, cuando ya había finalizado el
tercer campeonato bajo la implementación del Programa, Horacio
Bustingorry y Enrique de la Calle discutieron los límites y alcances de
la que quizás sea la más popular de las medidas comunicacionales del
kirchnerismo. Recordamos aquel debate entre nuestro Editor Responsable y
nuestro Redactor especialista en fútbol.
Parte I:
Discutiendo el Fútbol para Todos
Por Horacio Bustingorry
Artículo publicado el 30 de diciembre de 2010
Artículo publicado el 30 de diciembre de 2010
La finalización del tercer campeonato de primera división de fútbol
televisado por canales de aire es una buena oportunidad para reflexionar
sobre el Fútbol para Todos. En su momento la decisión tomada por la
AFA, con apoyo del gobierno, de rescindir el contrato con Televisión
Satelital Codificada resultó muy positiva. La medida significó un avance
en la lucha contra los grandes monopolios mediáticos y permitió
instalar en la sociedad el debate sobre el proyecto de Ley de Servicios
de Comunicación Audiovisual aprobado en el mes de octubre del año
pasado. Asimismo, las transmisiones de los partidos en vivo permitieron
al gobierno difundir resultados de su gestión que en casi ningún espacio
periodístico tenían mención. Estos elementos son bastante conocidos. Y
no son poca cosa.
En el plano estrictamente futbolístico, diversos compañeros han
señalado que la transmisión abierta de los partidos significó un
importante avance en la democratización del fútbol. La consigna fútbol
para todos fue concebida como la obtención por parte del pueblo
argentino de un derecho vedado.
Ahora bien, en Argentina el futbol como pasión de multitudes nunca
significó el libre acceso a los partidos en vivo a través de la
televisión abierta. En ese sentido, el pueblo no recuperó una pasión
expropiada. Es más, la transmisión de la fecha completa es un fenómeno
muy reciente que data de mediados de 2007. La posibilidad de ver todos
los partidos que actualmente brindan canal 7 y otros canales de aire es
una herencia de la decisión tomada por TyC Sports en aquél año. Cuando
el multimedio comenzó con las transmisiones en 1991 sólo transmitía un
partido los días viernes.
En Argentina, el fútbol fue pasión de multitudes por las canchas
llenas, los estadios repletos de banderas y los miles de hinchas que se
desplazaban de un lugar a otro para ver a su equipo. Esa práctica se
mantuvo sin grandes cambios desde que el futbol adquirió masividad hasta
fines de los 80 aproximadamente. Ningún gobierno, fuese del signo que
fuese atentó contra ese fenómeno.
Sin embargo desde mediados de los 90 comenzó una tendencia a la
expropiación del derecho a alentar al equipo en las canchas. De a poco
se fueron estableciendo limitaciones a tal efecto. Paralelamente, la
oferta televisiva de partidos de fútbol se incrementó hasta completar
los 20 equipos de primera. El resultado final fue más partidos
televisados y menos hinchas en las canchas. Los dos hechos parecen estar
interrelacionados.
La televisión y la cultura del Fútbol argentino
Probablemente, el avance de la televisión no hubiera sido posible sin
la expulsión de gente de los estadios. Al respecto, Amílcar Romero
-periodista especializado en violencia en el fútbol- señaló que alguna
vez la AFA tuvo en mente la idea de jugar los partidos con no más 5000
espectadores. Todo el público que no pudiese ingresar al estadio debía
conformarse con ver el partido sentadito en su casa. Y no sólo en su
hogar. El público presente en las canchas también debía estar sentadito
en las tribunas.
Para poder realizar tremenda obra de ingeniería social es imperativo
acabar con el folclore del futbol argentino. Las costumbres y prácticas
de los hinchas de nuestro país desarrolladas y legadas de generación en
generación constituyen un impedimento del futbol-show que en algún
momento se intentó construir y que debe seguir en mente de muchos. Estas
prácticas y costumbres son parte fundamental del patrimonio intangible
de nuestro pueblo y han recibido la admiración de fanáticos del fútbol
de los cinco continentes.
Por esta razón, el proceso de expulsión del hinchas de la cancha fue
acompañado de los más variados intentos de matar el folclore del fútbol.
Este proceso implicaba la construcción de hinchas pasivos mirando los
partidos en su casa por TV. Las tentativas de acabar con nuestras
costumbres futboleras fueron desarrollándose conciente o
inconcientemente mediante ensayo y error. Fue un proceso que dio sus
frutos con correr del tiempo y en el largo plazo. En un principio se
prohibieron los bombos. Años después, en 1998, el juez civil Víctor
Perrota dictaminó que sólo entrasen a la cancha banderas de tamaño
reducido. En esa misma época comenzaron los intentos -fallidos la mayor
de las veces- de poner butacas en todo los estadios. Por suerte, estas
medidas fueron revertidas.
Sin embargo, en 2004 se jugó sin hinchada visitante el partido por la
copa Libertadores entre River y Boca. En 2006 hubo un intento de
prohibir las hinchadas visitantes en todas las divisiones, pero la
medida sólo duró una fecha. Sin embargo lo peor llegó a mediados del
2007. Ese año se decidió que en el ascenso sólo se juegue con público
local y en primera se redujo enormemente la capacidad para los hinchas
visitantes. La medida fue complementada con la poca disimulada
resolución de TyC Sports y la AFA de televisar todos los partidos de la
fecha. Dicha medida sólo fue posible de cumplir programándose los
partidos en horarios y días restrictivos para las necesidades los
hinchas que van a la cancha. Es importante tener presente que sobre esa
herencia se constituyó el Fútbol para todos.
Otras medidas restrictivas que datan de ese año fueron la
implementación de venta de entradas casi exclusivamente para socios y el
escaso o nulo expendio de tickets los días de partido. El año pasado
circuló el rumor de la puesta en práctica de un proyecto espeluznante,
que consiste en un estrafalario plan de empadronamiento de hinchas. Con
la excusa de combatir la violencia se implementaría una medida de
control social cuyo objeto es el registro de todos los que asisten a los
estadios. Bajo esa modalidad sólo podrían concurrir las canchas quiénes
estén inscriptos en el mencionado padrón.¡¡Una verdadera locura!! Otra
de las tantas que dificultan la posibilidad de ver fúbol en vivo en los
estadios.
De los 90 a la actualidad
Un elemento paradójico del proceso descripto es que se desarrolló sin
solución de continuidad desde 1991 hasta la actualidad. El año de
inicio es todo un símbolo de los tiempos que se avecinaban para el país.
Sin embargo, el crecimiento de la tendencia desde esa fecha hasta el
presente no se detuvo bajo ningún gobierno, ni siquiera en el de los
Kirchner. Dos ejemplos antagónicos pueden ejemplificar el fenómeno.
El 20 de diciembre de 1992 Boca Juniors se consagró campeón del Torneo Apertura de ese año, empatando 1 a 1 con San Martín de Tucumán. Esa tarde, el estadio de Boca reventó de gente, no entraba un alma en ningún rincón. Pocas veces la Bombonera albergó a tanto público. En contraposición, la última consagración de Boca en diciembre de 2008 frente a Tigre en el estadio de Racing tuvo la peculiaridad de contar con dos equipos con la chance de ser campeón y con dos costados de la cancha totalmente vacíos. Las imágenes de las tribunas son una postal lamentable para quiénes revean las escenas de esa final emocionante.
El 20 de diciembre de 1992 Boca Juniors se consagró campeón del Torneo Apertura de ese año, empatando 1 a 1 con San Martín de Tucumán. Esa tarde, el estadio de Boca reventó de gente, no entraba un alma en ningún rincón. Pocas veces la Bombonera albergó a tanto público. En contraposición, la última consagración de Boca en diciembre de 2008 frente a Tigre en el estadio de Racing tuvo la peculiaridad de contar con dos equipos con la chance de ser campeón y con dos costados de la cancha totalmente vacíos. Las imágenes de las tribunas son una postal lamentable para quiénes revean las escenas de esa final emocionante.
Un público cada vez menos popular
Boca Juniors también es útil para ejemplificar y constatar otra
arista de este proceso de expulsión de hinchas de la canchas. En este
caso, el problema consiste en la creciente elitización de los hinchas.
Cualquiera que recuerde el público de Boca en los años 90 tendrá
presente su carácter popular. En la presente década Boca decidió que la
venta de entradas sea sólo para los socios y a su vez redujo el total de
tickets vendidos. En consecuencia, no sólo se limitó la cantidad de
hinchas en la cancha y los lugares para el público visitante, sino que
también expulsó al público de los sectores populares. Ese proceso
también resulta paradójico pues durante el menemismo la gente que seguía
a Boca era de extracción más popular que en los años kirchneristas.
Pareciera que en La Bombonera hubiesen puesto un cartelito con la frase
“la casa se reserva el derecho de admisión.”
Que no se malinterprete. No es que los gobiernos K favorecieran este
fenómeno. Simplemente no pudieron o no quisieron revertir procesos
sociales que vienen de larga data, relacionados con el formidable
negocio de la televisación del fútbol, la reventa de entradas en los
estadios, la venta de localidades a extranjeros y otro sinfín de etc.
Medidas que en conjunto apuntan a convertir el fútbol argentino
exclusivamente en show mediático y eliminar todo el elemento activo de
los hinchas. Bajo estas condiciones, los excluidos sociales de cuanto
espacio público uno concurra, increíblemente han sido marginados de los
estadios de fútbol. Un territorio que hasta no hace mucho les era propio
y hoy en gran medida les resulta ajeno.
El gobierno nacional, el neoliberalismo y el fútbol
En una nota relacionada con el Fútbol para todos Ricardo Forster
señaló que los años 90 fueron dominados por la idea y la realidad del
ciudadano-consumidor. Según el filósofo, uno de los ámbitos
privilegiados de ese fenómeno fue el retiro del Estado en la transmisión
de los partidos de fútbol y la apropiación privada de ese derecho. Sin
embargo como ya hemos explicado el Estado nunca fue un gran difusor del
futbol televisado. En este sentido la ideología y la práctica acorde a
los años 90 en el deporte más popular de nuestro país, no fue tanto la
imposibilidad de ver fútbol por la tele, sino la progresiva expulsión de
hinchas de las canchas. Fue un proceso lento, pero que implicó una
creciente marginación de lo que podríamos denominar el hincha militante.
Hoy en día cualquiera que enciende la TV pública observará una postal
llamativa de los estadios. Canchas más chicas con más butacas, sectores
de los estadios casi vacíos por los enormes pulmones que separan a las
hinchadas, hinchas apretados y lugares libres privilegiados para la
publicidad. A eso se le suman entradas carísimas y días y horarios de
partidos insólitos en primera y prohibición de hinchadas visitantes en
el ascenso. Todo ello avalado por la concepción represiva del Comité
Provincial de Seguridad Deportiva (COPROSEDE) de la provincia de Buenos
Aires y la completa ineptitud de la Subsecretaría de Seguridad en los
Espectáculos Futbolísticos (SUBSEF) de Nación.
Es cierto que la falta de resistencia de los hinchas ayudó a que el
proceso avance. Las marchas realizadas a la AFA para revertir esta
tendencia nunca superaron las 200 personas. Por esa razón, ante la
imposibilidad de unificar deseos largamente sentidos pero difíciles de
coordinar entre hinchas de distintos equipos, el Estado Nacional debería
acudir en defensa de quiénes no quieren ver impedido su asistencia a
los estadios. El gobierno nacional debería garantizar que el futbol
vuelva a ser un deporte popular y que la pasión de multitudes no
signifique quedarse en casa en actitud pasiva frente a la tele, sino
poblar los estadios nuevamente. Sólo así nuestra cultura futbolera no
será barrida por los negociados que favorecen la sociedad del
espectáculo y del consumo pasivo.
Es el momento de asumir fuertemente la defensa de la cultura del
fútbol. Es hora de terminar con las restricciones al hincha que viaja a
todos lados y que recorre el país para ver a su equipo. En su momento
Kirchner dijo que “todos los argentinos deben tener acceso al fútbol.”
Tal vez la frase debería complementarse con: “ningún argentino debe ser
privado de asistir a un estadio de fútbol”. Las canchas no deben ser
otro signo más de exclusión en Argentina. Todavía estamos a tiempo.
Defendamos nuestra cultura y nuestros derechos.
Parte II.
Y seguimos con ¿Fútbol para Todos?
Por Enrique de la Calle
Artículo publicado el 13 de enero de 2011
En diciembre pasado, el columnista (y amigo) Horacio Bustingorry (HB)
propuso una nota en la discute el programa Fútbol para Todos (ir a
nota). Provocadoramente, sostuvo: “Sin embargo desde mediados de los 90
comenzó una tendencia a la expropiación del derecho a alentar al equipo
en las canchas. (…) Paralelamente, la oferta televisiva de partidos de
fútbol se incrementó hasta completar los 20 equipos de primera. El
resultado final fue más partidos televisados y menos hinchas en las
canchas. Los dos hechos parecen estar interrelacionados”.
En la nota, HB propone problematizar una lógica que – según él – expulsa a los hinchas a partir de diferentes acciones, que resumo: prohibición para el público visitante en el ascenso, restricciones para la visita en primera, desórdenes en el calendario de partidos debido a la televisación masiva. Como resultado, concluye, menos hinchas en los estadios y más delante de la TV.
Por nuestra parte, futboleros viejos también, nos entusiasmamos con
la discusión, mientras la promovemos con un objetivo que compartimos con
HB: que las hinchadas visitantes puedan asistir a los estadios, en un
nuevo esquema más respetuoso con los seguidores y el folclore de la
cancha. Aceptando esa coincidencia, proponemos cordialmente algunas
discrepancias para continuar con el diálogo:
1) Fobal para todos: nos distanciamos de HB en su poco entusiasmo
ante uno de los principales logros del programa, a saber: la profunda
democratización en el acceso a uno de los principales bienes culturales
de consumo popular. Gratis y por canal 7 para todo el país. Evocamos
recuerdos personales para compartir la profunda alegría que
experimentábamos ante la TV allá por los años 90 cuando Canal 9
anunciaba que los partidos de Boca se emitían en directo porque se
habían agotado las entradas.
2) Por la TV: tampoco acompañamos a HB en lo que parece ser el
siguiente razonamiento: neoliberalismo = televisación. Entonces,
enfrentar al neoliberalismo parecería ser ¿terminar con los partidos
televisados? Está claro que el auge de la televisación coincide con el
período neoliberal, como también lo está que ambas lógicas han confluido
y se han retroalimentado. Ahora: la supremacía de las tecnologías de la
comunicación se vuelve un dato que va más allá de un programa económico
específico. Si aceptamos eso, sí vale la pena discutir cómo se
distribuyen los bienes culturales, con qué lógicas y cuál será la
discusión entre Estado y mercado.
3) En las tribunas: tampoco nos llevamos muy bien con el argumento
que habla de “canchas más chicas, con más butacas, sectores de los
estadios casi vacíos por los enormes pulmones que separan a los
hinchadas”. A falta de estadísticas oficiales sobre la progresión en la
venta de entradas en el fútbol argentino, ofrecemos nuestra reflexión,
también impresionista. Desde los ochenta parece tener lugar un proceso
que da cuenta de estadios mejores, más amplios,aprovechados en su
totalidad. Los casos de Racing y Boca son paradigmáticos en ese punto.
HB cita la campaña xeneize del 92: nosotros recordamos que en aquella
oportunidad, Boquita enfrentó a Racing al final del campeonato (cuando
se cumplían once años de sequía) y el estadio de Avellaneda estaba
completo en un 40% por sus deficientes infraestructuras. Y contraponemos
la campaña bostera de 1998, en pleno auge del fútbol por TV: la misma
mereció las primeras planas de los diarios por su multitudinaria
convocatoria (ver ediciones de Olé de esos días).
4) Por último, proponemos problematizar la cultura de la cancha como
también la idealización de determinados personajes – que reconocemos
populares - no siempre ligados con las tradiciones y prácticas más
reivindicables, como se expuso en hechos trágicos como el asesinato del
militante Ferreyra o en parte de los incidentes en Parque Indoamericano,
en ambos casos con destacado protagonismo de barrabravas.
Fuente: http://agenciapacourondo.com.ar/secciones/cultura/10117-debate-qfutbol-para-todosq.html
Etiquetas: Argentina, futbol para todos
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