Investigación sobre medio siglo de concentración mediática en Nuestra América (1950 - 2000)
50
años de concentración de medios en América Latina:
Del
patriarcado artesanal a
la valorización en escala
I. Introducción
Reconstruir
la historia de los medios de comunicación latinoamericanos supone
una tarea sumamente ardua. Las perspectivas para encarar su estudio
son vastas y complejas. La relación con el poder, su participación
en el desarrollo de las culturas populares o su imbricación en el
conjunto de las industrias culturales son sólo algunos de los
múltiples enfoques posibles. Sin embargo, hemos preferido centrar
nuestro análisis en cómo un grupo reducido de propietarios de
medios ha ocupado y ocupa un lugar central en la definición de sus
principales políticas. Desde nuestra perspectiva la historia
económica y política del audiovisual latinoamericano puede
sintetizarse a partir de un reducido grupo de empresas concentradas
que ejemplifican, como emergentes de mayor envergadura en la región,
el desarrollo del conjunto de las industrias.
El
objetivo del presente articulo será analizar cómo la concentración
de los medios de comunicación, en particular la televisión en
América Latina, constituyó un modelo de televisión específico,
que no puede ser considerado sólo una variante del modelo comercial
norteamericano. En un reciente y completo estudio sobre la televisión
latinoamericana John Sinclair (1999: 77) destaca que la base del modo
de propiedad y control se encuentra en sus estructuras familiares con
figuras patriarcales fuertes. Si bien este modelo mantiene clara
preponderancia, debemos analizar los cambios que se han producido en
los últimos años a partir de la internacionalización de los
mercados audiovisuales y del recambio generacional acaecido en los
principales grupos de comunicación latinoamericanos. Los
descendientes de los viejos patriarcas, todos ellos formados en
universidades norteamericanas, retienen el control familiar sobre los
grupos pero aplican nuevas formas de administración, distantes del
viejo patriarcado. Los antiguos "campeones nacionales",
están siendo reconvertidos a actores importantes (de tercer nivel
entre los principales grupos planetarios, según se verá) del mundo
globalizado que funciona con la impronta de la lógica comercial.
En
este sentido, una de las características distintivas de la llamada
revolución en las comunicaciones producida en los últimos años del
Siglo XX es la alteración de lógicas de acción y funcionamiento de
las principales industrias y la consecuente modificación de los
roles y perfiles de los actores protagonistas de este proceso. En
América Latina esta tendencia es complementada por la concentración2
de los mercados informacionales, cuyos actores fundamentales son los
grupos de mayor envergadura de la región y su alianza con los
principales grupos globales. Es por ello y porque entendemos que han
sido las empresas y no el Estado las que han asumido el desarrollo de
la televisión en el continente3,
que centraremos nuestro análisis en los cuatro grupos que ostentan
un lugar principal en el mercado. Tres de estos forman parte de los
50 años de historia de la televisión latina. El cuarto también se
relaciona con la industria cultural antes de la mitad del Siglo XX,
pero su vínculo con el audiovisual data de la última década. Nos
estamos refiriendo a los grupos Televisa de México, Globlo de
Brasil, y Cisneros de Venezuela en primera instancia y al grupo
Clarín de la Argentina en segundo lugar.
No
casualmente estos grupos son quienes articulados con otros capitales
internacionales han hecho punta en el establecimiento de la
televisión directa al hogar (DTH) que aspira a establecer un modelo
pan-americano de televisión aprovechando la homogeneidad lingüística
de la región. La participación de Televisa y Globo en Sky y de
Cisneros y Clarín en DirecTV como socios regionales permite señalar
que los capitales transnacionales intentan establecer acuerdos con
capitales locales que permitan sostener una relación dialéctica de
uniformización y diferenciación (Herscovici, 1999: 58).
Dividiremos
nuestro análisis en dos etapas. En primer lugar tomaremos como
referencia el surgimiento y consolidación de la televisión
latinoamericana, con sus grupos privados y las figuras de Emilio
Azcárraga, Roberto Marinho y Diego Cisneros. En segundo lugar
analizaremos la reestructuración acaecida en el audiovisual
latinoamericano a partir de su integración al mercado audiovisual
mundial.
II.
Aproximación a la historia de la TV latinoamericana
Los
procesos de concentración de medios en América Latina no son nuevos
ni desconocidos. El nacimiento de la radio en los años veinte estuvo
acompañado rápidamente por la adopción de una lógica comercial
que tendió naturalmente hacia la concentración en pocas manos de
las estaciones y cadenas (con la excepción de países como Uruguay,
donde al comienzo se adoptó el régimen de servicio educativo). Como
señala Sinclair (1999: 13) ya en 1945 la influencia norteamericana
se expresó en la creación de la AIR (Asociación Interamericana de
Radiodifusión) que fue una de las principales promotoras del modelo
comercial norteamericano. Otro tanto ocurrió con la televisión, a
partir de los años cincuenta y, fundamentalmente, de los sesenta
cuando en América Latina se impuso la noción de servicio de interés
público que fue funcional a las inversiones que las principales
cadenas televisivas norteamericanas hicieron prácticamente en todos
los países (excepción de Cuba post 1959, por ejemplo), en oposición
al modelo de servicio público que tuvo lugar en Europa4.
En este sentido cabe destacar que en 1950 México se convirtió en el
sexto país a nivel mundial en disponer de la televisión y Venezuela
en el 11vo. en 1953 (en Brasil la primera transmisión fue en 1950;
en la Argentina en 1951). Este hecho señala una rápida asimilación
de las nuevas tecnologías informacionales disponibles por parte de
las elites locales, aunque no su desarrollo, con la consecuente
dependencia tecnológica que esto supone.
Frente
a la iniciativa privada, los diseños de políticas culturales
vinculadas a la organización de la televisión encontraron su
arraigo en gobiernos populistas. García Canclini (1987) observa que
el modelo populista favoreció en los años cuarenta y cincuenta el
desarrollo de las culturas subalternas y de las industrias culturales
de los países latinoamericanos, mientras que el Estado ocupó un
lugar de “condensación” de los valores nacionales que no
cuestionaba estructuralmente las formas ideológicas dominantes.
Estos
elementos deben analizarse conjuntamente con un factor histórico: la
dificultad por parte de los Estados latinoamericanos para establecer
políticas de medios claras, que favorezcan algún grado de
participación de la sociedad en su definición. Puede afirmarse al
respecto que ha sido el mercado el que ha fijado de hecho las
principales estrategias en materia televisiva, para que con
posterioridad el Estado ajuste el marco regulatorio a dicha
situación.
La
década del 50 puede ser ubicada entonces como la de los pioneros que
intentaron establecer la televisión frente a las dificultades que
suponía la escasez de aparatos receptores.5
Hubo que esperar hasta
fines de la década, y especialmente durante los 60, para que el
modelo desarrollista consolidara el proceso de "modernización"
económica y renovación cultural. Sus características centrales no
sólo suponían la masiva entrada del capital extranjero en la
economía sino además, como observa Juan Carlos Portantiero (1989)
para el caso argentino, la sustitución de trabajo por capital en el
desarrollo industrial. A partir de estas lógicas, los medios
audiovisuales en América Latina tuvieron una tradición de
proximidad con el mercado de fabricantes de equipos, en una suerte de
temprana edición de fenómenos de integración vertical. La gestión
de los medios tuvo un desarrollo familiar, patriarcal y artesanal
hasta la extensión del factor informacional, como medular en la
estructura económica, coincidente con el crecimiento de la
envergadura económica de los medios y su integración en un sistema
global comercial (fenómeno que, como se verá, se propaga en las
últimas dos décadas del Siglo XX).
Durante
los sesenta se consolida un sistema televisivo que presenta muchas de
las características del actual: empresas privadas que compiten por
la audiencia, centralización de la producción en las grandes
ciudades, y dependencia del capital extranjero. Si bien en la mayoría
de los países se prohibía o restringía la participación de
capitales foráneos, mediante la figura de las productoras de
programas6
se estructuró un sistema de medios oligopólico y con escasa
participación del resto del país en la programación. La influencia
de las 3 grandes cadenas televisivas norteamericanas (CBS, NBC y ABC)
se extendió a la mayoría de los países latinoamericanos. Este
hecho no sólo supone la importancia estratégica que otorgaban las
empresas norteamericanas al continente para su expansión mundial,
sino que además expresa la poca disponibilidad de la burguesía
latinoamericana para invertir el dinero necesario para el desarrollo
del medio.
En
algunos países apareció además una televisión pública débil,
que se limitó a ofrecer un servicio basado en la propaganda política
del gobierno de turno que no constituyó una amenaza para los canales
privados en términos de audiencia y de disputa de la pauta
publicitaria7.
Sin embargo, este hecho sirve para dar una pauta de la estrecha
relación que estableció la televisión con el sistema político en
general y con cada uno de los gobiernos en particular.
En términos generales, podemos señalar que la relación entre los
gobiernos y los propietarios de medios se resolvió por la
incapacidad de los gobiernos para fijar políticas hacia los
propietarios de medios, a cambio de obtener un cierto el control
político sobre los contenidos. Elizabeth Fox (1990) caracteriza a
este modelo como un sistema comercial políticamente dócil. La
relación establecida entre sistema político, clases hegemónicas y
propietarios de medios se encuentra ampliamente documentada en los
trabajos producidos en la región en la década del 70.
Como
ya ha sido señalado México fue el primer país latinoamericano en
contar con televisión. Emilio Azcárraga, fundador del grupo
Televisa, pertenecía a una familia de empresarios que ya contaba con
experiencia en medios por operar estaciones de radio que estaban
vinculadas a cadenas norteamericanas. Si bien la primera estación no
fue para los Azcárraga, ya en 1955 hegemonizaban el control de
Telesistema Mexicano de Televisión (antecedente de Televisa),
empresa que administraba los tres canales disponibles en esos
momentos. La concentración de la propiedad de la televisión
mexicana tuvo lugar a la par que sus dueños estrechaban lazos con el
sempiterno (hasta épocas recientes) partido gobernante, el Partido
Revolucionario Institucional (PRI). Las relaciones entre Televisa y
el PRI fueron tan cercanas que hubo accionistas de la empresa que
dejaron su puesto en el directorio para transformarse en legisladores
por dicho partido. Y una vez cumplido su mandato volver al directorio
del grupo. Cabe destacar que la empresa supo aprovechar sus vínculos
políticos y su cuasi monopolio durante mas de 20 años para extender
su imperio. De hecho durante la década del 60 Televisa consiguió
instalar emisoras en todo el país. Otra de sus características fue
su rápida incorporación de la última tecnología disponible y su
estrategia de vender no sólo al mercado latinoamericano, sino
también al mercado hispano norteamericano. Fue pionera en el uso del
vídeo y del satélite (de hecho su actual nombre es una síntesis de
Televisión Vía Satélite) y en el desarrollo de los servicios
televisivos para hispanos a través de su participación en la cadena
Univisión desde 1976. Soledad Robina Bustos (1996: 90) señala que
su estrategia se basa en desarrollar productos propios y
distribuirlos a través de una gama completa de medios de
comunicación. Se constituyó en un grupo altamente concentrado que
aprovechó al máximo su integración horizontal y vertical.
En
Brasil la televisión también surgió a través de iniciativas
privadas dispersas en las principales ciudades del país: San Pablo y
Río de Janeiro. Sin embargo hubo que esperar hasta mediados de la
década del 60 para que el holding
de la familia Marinho encabezado por el diario O Globo tuviera
presencia en el mercado televisivo. Como señala Fox (1990: 72) TV
Globo prácticamente nació con la dictadura que se estableció en
1964 y a la que sirvió de apoyo para el proyecto militar de
modernización conservadora. Por su parte los militares no pusieron
mayores obstáculos para que los acuerdos de Marinho con el grupo
norteamericano Time-Life siguieran su curso pese a la prohibición de
la participación de capital extranjero en radiodifusión. A partir
del aporte de las inversiones norteamericanas Globo pudo desplazar a
sus principales competidores como Rede Tupi (que había iniciado las
transmisiones en 1950). Con el apoyo de los militares Globo comenzó
su expansión hasta alcanzar cobertura nacional y prácticamente
acabar con la competencia. Su crecimiento interno se realizó
aprovechando las cuantiosas inversiones que realizó el Estado para
desarrollar las telecomunicaciones a través de EMBRATEL (Empresa
Brasileña de Telecomunicaciones). El grupo supo generar un producto
con denominación de origen: las televonelas. Al igual que Televisa
con ellas no sólo aprovechó su integración horizontal y vertical
sino que además las telenovelas constituyeron la materia prima con
la que Globo encararía su entrada en el mercado internacional.
También
en Venezuela la llegada del Grupo Cisneros se retrasó hasta comienzo
de la década del 60. Sin embargo y a diferencia de los anteriores
casos, este grupo constituido a partir de la figura de Diego
Cisneros, no provenía de la radiodifusión, sino de un holding
empresarial muy diversificado. Se destacaba principalmente por tener
la licencia de fabricación de Pepsi Cola, en el único país en el
mundo que esta marca superaba a Coca-Cola. Para consolidar su canal
Venevisión Cisneros vendió parte de sus acciones a la ABC y a
Paramount, aún cuando los reglamentos de radiodifusión una vez más
lo prohibieran. Luego de las largas dictaduras militares (previas a
1958), la relación de los propietarios de medios venezolanos con el
poder político democrático no constituyó una excepción a la regla
continental. Fueron ellos los que impusieron de hecho las reglas del
juego comercial, sin comprometer el proyecto político del gobierno.
A
diferencia de las empresas reseñadas hasta aquí, el grupo Clarín
en la Argentina no participó de la radiodifusión hasta comienzos de
la década del 80. El temor a repetir la experiencia del uso de los
medios durante el gobierno peronista (1945-1955), motivó que la
gobierno militar que lo sucedió (1955-1958) prohibiera la
participación del capital extranjero en la radiodifusión y la
formación de cadenas de alcance nacional, a la vez que fomentó la
competencia entre distintos canales de televisión. Si bien los dos
primeros puntos nunca se cumplieron más que en la formalidad de los
papeles, la competencia entre las emisoras, que además no estaban
involucradas en holdings
multimedia, impidió la consolidación de un canal monopólico.
Cuando en la década del 70 los capitales extranjeros habían
completado su retirada y despuntaban los primeros grupos mediáticos
nacionales, el Estado revirtió para si mismo los permisos de
radiodifusión hasta monopolizar la producción y distribución de
televisión. Como señala Jones (1993: 61) este hecho retrasó la
formación de grupos multimedia, aún cuando existieran en el país
condiciones similares a las de México, Brasil y Venezuela para su
despegue. Mientras tanto el diario Clarín afianzaba una posición
hegemónica en el mercado de periódicos, hasta llegar a ser el de
mayor tirada de habla castellana. Su fortaleza económica le
permitirá a partir de 1980 encarar su expansión y convertirse en
uno de los principales grupos mediáticos de la región.
III.
Hacia una nueva economía informacional
A
fines de los sesenta comienza a observarse un proceso de agotamiento
del sistema productivo desarrollista cepalino8,
incipiente fragmentación social, incremento de las experiencias
políticas radicales, en el marco de un avance de la presión de los
sectores populares por convertirse en actores políticos
protagónicos. El fracaso de los distintos gobiernos latinoamericanos
para establecer un acuerdo social que superase esta crisis
desembocará en procesos políticos (en la mayoría de los casos
dictaduras militares basadas en la doctrina de seguridad nacional)
que sentarán las bases para la adaptación de la economía
latinoamericana a las nuevas tendencias del capitalismo
internacionalizado, centralizado, concentrado y cuya distribución de
los ingresos pasa a ser crecientemente regresiva.
En este marco y en el campo específico de los medios audiovisuales,
las grandes cadenas norteamericanas se retiraron de la propiedad de
los medios de la región (privilegiando la venta de programas mas que
la inversión directa) casi a la par que se sucedían los reclamos
por un Nuevo Orden Económico y un Nuevo Orden Informativo. Además,
los años setenta atestiguaron la formulación y desarrollo de las
Políticas Nacionales de Comunicación (PNC´s), con una
participación activa de muchos países latinoamericanos (por ejemplo
en Venezuela con Carlos Andrés Pérez y México con Luís
Echeverría) que tuvieron el mérito de explicitar varios conceptos
que remitían a la democratización de las comunicaciones: el
servicio público; el acceso y la participación; la condena al
desequilibrio en el flujo informativo internacional; el derecho a la
información y el derecho a réplica.
En
cambio, los ochenta evidenciaron la derrota de las concepciones que
bregaban por las PNC´s y sus propuestas, contra quienes habían
luchado firmemente las organizaciones patronales como la SIP o la AIR
(Quirós-Segovia, 1996). Esta derrota no se explica únicamente por
causas endógenas, esto es, por la debilidad o contradicción de
algunos de los fundamentos de las PNC´s o de sus impulsores, sino
también -fundamentalmente- por el marco socioeconómico mundial
reseñado y por el proceso, complementario, que hace de la
información un insumo cardinal en la estructuración económica de
las sociedades y que ha invertido el acento de lo nacional y lo
global en la producción, la gestión y la distribución de este
recurso. El modelo de televisión latinoamericano comercial y
altamente concentrado resultará funcional para desarrollar proyectos
vinculados al nuevo lugar que ostentará la comunicación en la
economía mundial.
En
rigor, las razones de la derrota de las PNC´s, coincidente con la
ofensiva del fundamentalismo de mercado de los años ochenta liderado
por los gobiernos norteamericano de Ronald Reagan y británico de
Margaret Thatcher, son contemporáneas con la desarticulación de las
condiciones que daban marco al Estado de Bienestar en los países
desarrollados y a su variante populista latinoamericana. Por su
parte, la mutación de la estructura económica de las sociedades en
las últimas décadas es contemporánea a la aparición y difusión
del microprocesador y a los progresivos cruces entre
microinformática, telecomunicaciones y audiovisual, que dieron
cabida a la gestación del proyecto de la Sociedad de la Información.
En
efecto, en las últimas décadas es posible identificar cuatro
procesos que intervienen para cristalizar el ordenamiento económico
de la información y la inversión de las lógicas de desarrollo
tradicionales del sector:
- En primer lugar, el salto tecnológico auspiciado por la convergencia de soportes y mecanismos de distribución en la esfera de la información y la comunicación;
- En segundo lugar el deterioro o desmantelamiento de las empresas y entes públicos;
- En tercer lugar, las estrategias de mundialización de los grandes actores del mercado en todo el planeta;
- Y en cuarto lugar, la expansión de la publicidad como mecanismo privilegiado de financiamiento de estas actividades.
En
conjunto, estos cuatro procesos han condensado en la emergencia de un
sistema global comercial de actividades de información y
comunicación en el que América Latina aparece completamente
inmersa, con un rol subordinado respecto de los grandes grupos que
dominan el escenario planetario, pero con tendencias especulares
respecto del desarrollo de estos procesos en los países centrales
(Estados Unidos, Canadá, Japón y Europa Occidental). Como se ha
señalado Globo y Televisa cuentan con años de experiencia en
procesos integrados de producción y distribución de contenidos
culturales, plausibles ahora de ser multidistribuidos. Por otra parte
la publicidad fue desde siempre motor de la economía de las
industrias culturales de la región que apenas conocieron de las
subvenciones y promociones propias del Estado de Bienestar.
Estos
grupos, por otro lado, han sabido adaptarse y reestructurarse
conforme las tendencias del salto tecnológico que se difundió
durante las últimas dos décadas del Siglo XX, y cuyas
manifestaciones más visibles son la aparición y masificación del
videocasette, el compact
disc, la televisión por
cable, la televisión satelital y su secuela de plataformas de
lanzamiento y gestión, y la conexión on
line producto del cruce de
la informática con las telecomunicaciones. Los impactos
sobresalientes de estas tecnologías son: la disminución del tiempo
de difusión de los contenidos, reduciendo casi a cero el hiato entre
el momento de la producción y el del consumo; el incremento
exponencial del volumen de contenidos que pueden ser distribuidos; la
disminución de los costos de producción y distribución que elimina
intermediarios (Pilati, 1993). En consecuencia, el nivel del acceso a
los bienes y servicios informacionales se revela como una instancia
medular en la configuración de los nuevos mercados de estas
actividades. Aquí aparece uno de los puntos débiles de la región
dado que la enorme desigualdad en la distribución de la riqueza
restringe los niveles de acceso (ver tabla acceso a servicios, más
adelante).
El
cambio de roles de los diferentes actores que se corresponde con la
mutación de las formas de organización, reglamentación y
funcionamiento de actividades informacionales y el desmantelamiento
de las empresas públicas ha estado acompañado por el ensanchamiento
del mercado publicitario a partir de los ochenta. La publicidad es la
principal fuente de ingresos en buena parte de las actividades del
sector de la información y la comunicación. Está, a su vez,
vinculada con los segmentos cualitativos y cuantitativos de consumo,
de modo tal que el consumo forma parte de la estrategia misma de
producción de un servicio o aplicación informacional, toda vez que
en el origen de éste producto está inserta la necesidad de
financiamiento y la proyección de beneficios, según la lógica
comercial inherente al sistema global de medios.
No
obstante, la expansión del mercado publicitario no supone la
retirada absoluta del sector público que, y al igual que en otras
actividades, como consumidor gigantesco, como propagandizador y
también como financiador, sigue estando presente por la doble
naturaleza ideológico económica de la información y la
comunicación: el ejemplo cabal es la producción cinematográfica
europea o latinoamericana, que con sus obvias diferencias de escala
–en el primer caso, industrial y masiva; en el segundo con
características casi artesanales y su ritmo de producción
espasmódico-, cuenta con insoslayable sustento estatal. De modo que
aunque el financiamiento por publicidad se apunta como una de las
características de la conformación del mega sector de actividades
de la información y la comunicación a partir de los años ochenta
y, consecuentemente, responde a la inserción de la comunicación y
la información dentro de la lógica de producción y circulación
general de mercancías (bienes y servicios), también existe la
especificidad que le da el carácter ideológico de los productos que
son, mayoritariamente, intangibles.
Por
su centralidad en las estrategias de financiamiento, la publicidad
merece ser observada a la luz de la configuración de un mercado
global comercial: dirigido por una decena de grandes empresas
mundiales, el mercado publicitario tiende a reproducir el esquema de
oligopolio en cada escala regional, nacional o local: el ordenamiento
del sector se plantea mediante estrategias de asociación, fusión e
integración de las empresas dominantes en cada escala, con las
dominantes en la escala inmediatamente superior.
Tomando
el mercado publicitario como referencia, entonces, el resto de las
actividades de la información y la comunicación también tiende a
organizarse como mercado global comercial cuya estructura se
desarrolla a imagen y semejanza del mercado norteamericano que es,
por su volumen y su importancia estratégica, el más importante del
planeta. Y tiene en la hegemonía capilar y general del mercado sobre
cualquier otra forma de gestión una de las directrices más
destacadas.
Asimismo,
si antes de los noventa era preciso comprender primero el contexto
local y nacional para elucidar la lógica de las actividades
informacionales en un país, a partir de entonces la operación
analítica se invierte: hoy es necesario partir del estudio de la
lógica del mercado globalizado y luego intentar comprender sus
diferentes escalas (McChesney, 1998). Estos elementos se conjugan en
la evolución de un sector que, de ser “estático y protegido”,
pasó a convertirse en “dinámico, concentrado, transnacionalizado,
de alta rentabilidad y donde cada vez se encuentran comprometidos
mayores volúmenes de capital” (Zallo, 1992: 20).
Los
actores protagonistas del proceso de conformación de un mercado
global comercial son públicos y privados pero, como se ha señalado,
superan los marcos tradicionalmente definidos por el modelo del
Estado Nación. La esfera privada plantea una variada gama de actores
de los cuales los más influyentes constituyen singularmente el
núcleo destinatario de los cambios realizados en el marco de la
Sociedad de la Información, puede ser dividida, en un plano
conceptual, en tres niveles de implicancias globales, graficados en
la figura siguiente:
Figura: Sistema global comercial info-comunicacional y niveles de jerarquia (*)
GRANDES
COMPAÑIAS Y GRUPOS TRANSNACIONALES (10)
COMPAÑIAS Y GRUPOS DOMINANTES
DE MERCADOS REGIONALES (50)
COMPAÑIAS
Y GRUPOS DOMINANTES DE MERCADOS DOMESTICOS NACIONALES Y
SUBREGIONALES (90)
Fuente:
Elaboración propia en base a McChesney (1998) (*) Se adopta la
denominación de McChesney.
En
los tres niveles del sistema global comercial de la información y de
la comunicación debe especificarse que se trata de grupos, antes que
de compañías individuales, para dar cuenta de la diversidad de
empresas y actividades económicas (no sólo involucradas en la
economía de lo intangible, sino también de bienes materiales) que
protagonizan la compleja conformación del sistema.
El
primer nivel ilustrado en la figura precedente se corresponde con el
de una decena de grupos transnacionales que operan con todo el
planeta como mercado y cuyas cotas de penetración en las diferentes
regiones y países encuentran pocas barreras (fundamentalmente,
aunque no es el caso de América Latina, de índole reglamentario).
De esta manera, se distingue a General Electric, AT&T, Disney,
Time Warner, Sony, News Corp., Viacom, Seagram y Bertelsmann por sus
redes globales de distribución (McChesney) y su control de
diferentes actividades informacionales. La lógica de operaciones del
primer nivel en importancia de los grupos informacionales comerciales
globales se construye a partir del funcionamiento del mercado
estadounidense. Todas estas corporaciones son transnacionales, aunque
todavía sus mayores ingresos se obtienen en el mercado de Estados
Unidos.
El
segundo nivel en que pueden ser agrupados analíticamente los actores
del mercado global comercial, es el de un conjunto de 50 grandes
grupos con sede en Europa, Estados Unidos o Japón, que operan en
regiones conformadas por varios estados. La
lista incluye, entre otros, Dow Jones, Comcast, The New York Times,
The Washington Post, Hearst, McGraw Hill, CBS, Times-Mirror, Reader´s
Digest, Pearson, Kirch, Havas, Mediaset, Hachette, Canal +, Prisa y
Reuters (McChesney). Estos
grandes grupos son el núcleo dinámico del sistema global, pues
establecen relaciones con los aproximadamente diez primeros, que se
encuentran en posición dominante, y permiten traducir las
estrategias de los más grandes a los entornos regionales más
apetecibles como nichos de mercado, pues constituyen áreas
geográficas centrales por los ingresos de los consumidores allí
radicados. De esta manera, los nuevos emprendimientos de las
corporaciones transnacionales más importantes se realizan,
generalmente, en asociación con algunos de los grupos del segundo
nivel.
En
el tercer nivel confluyen grupos líderes de mercados domésticos
nacionales o subregionales del resto del planeta y está conformado
por unas noventa corporaciones entre las que se destacan, en el
mercado latinoamericano, los grupos Televisa de México, Cisneros de
Venezuela, Globo de Brasil y Clarín de la Argentina.
IV.
La Sociedad de la Información en América Latina
En
América Latina los grupos como Televisa, Cisneros, Globo y Clarín
dominan el mercado regional y su comportamiento tiene una lógica
semejante a la que observan los principales actores corporativos a
escala global: son grupos multimedia con ramificaciones a otras
actividades comunicacionales (centralmente: telecomunicaciones;
informática; industria gráfica) pero también a otras ramas de la
industria y el comercio. Asimismo, estos grandes grupos regionales
tienen negocios cruzados (como en el caso de Direct TV cuyo paquete
accionario comparten Cisneros y Clarín) entre sí, a la vez que
tejen y destejen alianzas internacionales con los actores con mayor
peso en el mercado planetario. Es el caso del grupo Globo, que se ha
asociado en un consorcio de compañías de Brasil, Argentina, Chile,
Paraguay y Bolivia liderado por Telecom Italia para prestar
servicios de telecomunicaciones en Brasil, Argentina, Chile, Cuba,
Bolivia y Paraguay.
Precisamente
el comportamiento de estos grupos es emergente de la inversión de
dos lógicas fundamentales que dieron identidad a las industrias de
la información y la comunicación: en primer lugar, su
diversificación en distintas escalas de la cadena de valor, producto
de la convergencia de actividades informacionales, se presenta como
una superación de las convencionales divergencias que protagonizaban
estas actividades y que, en algunos casos, son centenarias (Becerra,
2000). En palabras de la Comisión Europea,
Actualmente,
las empresas suelen estar presentes en uno o más elementos de la
cadena del valor. Algunos consideran que la convergencia inducirá a
muchos de los agentes del mercado a estudiar la posibilidad de entrar
en actividades distintas de su negocio fundamental y piensan que esta
tendencia se aprecia ya en algunas de las adquisiciones y fusiones
más recientes (Comisión Europea, 1997:2).
En
segundo lugar, y producto de la inversión de lógicas
nacional-global, estos actores poderosos en la región, antes estaban
más supeditados a las tradiciones y condiciones locales y nacionales
que ahora. Esta inversión no es patrimonio exclusivo de las
actividades de la información y la comunicación, ya que la
integración de las esferas productiva y distributiva apoyada en las
tecnologías informacionales, es inédita en la historia del
capitalismo, aunque éste haya conocido períodos, como el fin del
Siglo XIX, de alta interdependencia comercial. Las telecomunicaciones
y la informática desempeñan un rol central en esta nueva
transformación reduciendo las limitaciones de tiempo y espacio
(Sussman, 1997) a la vez que el audiovisual contribuye en este
esquema como fundamental variable ideológica.
La
progresiva integración de lógicas y actores dominantes del sector
informacional y comunicacional en América Latina, con respecto a los
que lideran el mercado mundial, es fruto de un proceso que, como se
consignó, desconoce fronteras. Al tratarse de un proceso, es válido
aclarar que las transformaciones en curso distan de ser acciones
concluidas. Las alianzas hoy construidas por los principales actores
pueden ser mañana deshechas. Sin embargo, es destacable que, como
cualidad inherente a este proceso, la superación de las fronteras
tanto geográficas como de "hileras de producción" o
industrias específicas plantean una objetiva articulación con el
carácter global y convergente de los cambios referidos.
En
rigor, la concentración es un atributo inherente al funcionamiento
del "mercado libre", independientemente de la actividad
económica de la que se trate, y en el ámbito concreto de la
información y la comunicación sólo los países con una fuerte
tradición en defensa de los derechos de los usuarios y con un marco
de servicio público (como los países escandinavos) atenúan el
hecho que el mercado quede en pocas manos. Pero ello justamente se
contradice con la consigna fundamentalista de la "mano
invisible" que se extendió en América Latina durante los años
ochenta y noventa.
Esta
evolución de los mercados de la información y la comunicación,
sobresaliente en los noventa, encuentra un elemento causal inmediato
en la década anterior, con la multiplicación de canales y emisoras
audiovisuales y la aparición de actividades novedosas (como
Internet), productos del salto tecnológico que permitió superar los
límites del espacio hertziano. La necesidad de ocupar nuevos
eslabones de la cadena de valorización y de no perder posiciones en
el mercado mundial generaron una intensa realización de fusiones,
alianzas, adquisiciones y emprendimientos conjuntos.
En
las últimas dos decadas del Siglo XX, y casi en concierto, los
países latinoamericanos liberalizaron, desregularon y privatizaron
las principales áreas informacionales, incorporaron capitales
externos cuya progresiva inserción está marcando el fin de la
gestión artesanal de las comunicaciones, permitieron el cruce de
capitales de una industria a otra y profundizaron la erosión de la
intervención estatal en el control de estas actividades.
Esta
erosión no podría comprenderse cabalmente sin considerar la
referida derrota de las PNC´s. Los países latinoamericanos más
ricos (Brasil, México, Argentina, en este orden) presentan rasgos y
tendencias similares y tres de los cuatro actores multimedia más
poderosos de América Latina (O Globo, Televisa y Clarín) tienen su
sede en estas potencias regionales. Estos grupos presentan una
extensión cuasi continental y estrechos vínculos con los grupos
dominantes en el concierto mundial.
Por
otra parte, si se advierte la profusa inserción de los grupos
dominantes globales en los países latinoamericanos en asociación
con los grupos más fuertes de la región, se concluirá que es falsa
la apreciación de lo nacional como contracara o como valla de
contención a lo global, al menos en los mercados de América Latina.
Por el contrario, estas alianzas entre grupos locales o regionales y
grupos globales se revelan como mutuamente beneficiosas: para los
grupos locales o regionales implica fortalecer su capacidad de
acción, incorporar tecnología, contenidos y mejorar en lo inmediato
su capacidad financiera; para los grupos globales significa reducir
el riesgo de inversión explotando la inserción de los grupos
locales y regionales en mercados que, de otro modo, los globales
desconocerían, así como aprovechar los contactos y la influencia
política, en el sentido más amplio, que los grupos locales y
regionales han venido desarrollando históricamente en su contexto.
Frente
a la creciente concentración de los grupos y al considerable poder
que han adquirido, la sociedad civil asiste impotente a una veloz
transformación de su categoría de ciudadano-usuario a cliente. Si
en los 70, uno de los reclamos de las PNC´s fue la necesidad de
garantizar el acceso (es decir la cobertura universal) hoy las nuevas
tecnologías han permitido que el mercado se expanda y rentabilice
sus inversiones en todo el continente. Los procesos de exclusión no
van a darse ya por la ubicación geográfica solamente, sino
principalmente por la capacidad de pago. Como puede observarse en la
siguiente tabla, los índices de penetración de tecnologías
informacionales sigue siendo bajo en el continente en comparación
con los países desarrollados. Este hecho le otorgaría una enorme
potencialidad de crecimiento cuantitativo, pero debe considerarse que
también los índices de concentración de la riqueza son notables,
excluyendo a miles de personas de aspirar siquiera a la categoría de
clientes. A continuación se reproduce un cuadro con indicadores de
acceso a algunas de las más importantes aplicaciones informacionales
(teléfonos, televisión y PC´s), elaborado por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el que se resaltan las
variables al comienzo y al finalizar la década del noventa:
Cuadro I: Líneas de teléfono, equipos de televisión y computadoras personales por cada cien habitantes, 1990-1998
Nº
Ranking PNUD
|
País/
Variable |
Teléfonos
|
Televisión
|
PC´s
|
Internet
Hosts
|
|||
1990
|
1998
|
1990
|
1998
|
1990
|
1998
|
1998
|
||
3
|
EEUU
|
54,5
|
66,0
|
77,2
|
84,7
|
21,7
|
45,9
|
11,2
|
1
|
Canadá |
56,5
|
63,4
|
62,8
|
71,5
|
10,7
|
33,0
|
3,6
|
2
|
Noruega |
50,3
|
66,0
|
42,2
|
57,9
|
---
|
37,3
|
7,1
|
12
|
Francia |
49,5
|
57,0
|
53,9
|
60,1
|
7,1
|
20,8
|
0,8
|
8
|
Holanda |
46,4
|
59,3
|
48,2
|
54,3
|
9,4
|
31,8
|
3,9
|
14
|
Alemania |
44,1
|
56,7
|
52,5
|
58,0
|
9,1
|
30,5
|
1,7
|
9
|
Japón |
44,1
|
50,3
|
61,1
|
70,7
|
6,0
|
23,7
|
1,3
|
10
|
Reino Unido |
44,1
|
55,6
|
43,3
|
64,5
|
10,8
|
26,3
|
2,4
|
21
|
España |
31,6
|
41,4
|
38,9
|
50,6
|
2,8
|
14,5
|
0,7
|
19
|
Italia |
38,8
|
45,1
|
42,0
|
48,6
|
3,6
|
17,3
|
0,6
|
28
|
Portugal |
24,3
|
41,3
|
18,6
|
54,2
|
2,7
|
8,1
|
0,5
|
35
|
Argentina |
9,5
|
20,3
|
24,9
|
28,9
|
0,7
|
3,9
|
0,1
|
38
|
Chile |
6,6
|
20,5
|
20,6
|
23,2
|
1,1
|
4,8
|
0,2
|
39
|
Uruguay |
13,4
|
25,0
|
38,8
|
24,2
|
---
|
9,1
|
0,4
|
55
|
México |
6,5
|
10,4
|
15,0
|
26,1
|
0,8
|
4,7
|
0,1
|
74
|
Brasil |
6,5
|
12,1
|
21,3
|
31,6
|
0,3
|
3,0
|
0,1
|
56
|
Cuba |
3,1
|
3,5
|
20,6
|
23,9
|
---
|
---
|
0,0
|
65
|
Venezuela |
8,2
|
11,7
|
17,7
|
18,5
|
1,1
|
4,3
|
0,1
|
80
|
Perú |
2,6
|
6,7
|
9,6
|
14,4
|
---
|
1,8
|
0,0
|
81
|
Paraguay |
2,7
|
5,5
|
5,2
|
10,1
|
---
|
---
|
0,0
|
59
|
Panamá |
9,3
|
13,4
|
17,2
|
18,7
|
---
|
---
|
0,0
|
68
|
Colombia |
9,2
|
15,2
|
13,8
|
21,7
|
---
|
2,8
|
0,0
|
99
|
China |
0,6
|
7,0
|
15,6
|
27,2
|
---
|
0,9
|
0,0
|
119
|
Egipto |
3,0
|
6,0
|
10,7
|
12,7
|
---
|
0,9
|
0,0
|
91
|
Ecuador |
4,8
|
7,8
|
8,6
|
29,3
|
---
|
---
|
0,0
|
104
|
El Salvador |
2,4
|
8,0
|
9,2
|
25,0
|
---
|
---
|
0,0
|
114
|
Bolivia |
2,8
|
6,9
|
11,3
|
11,5
|
---
|
---
|
0,0
|
116
|
Nicaragua |
1,3
|
3,1
|
6,5
|
19,0
|
---
|
---
|
0,0
|
150
|
Haití |
0,7
|
0,8
|
0,5
|
0,5
|
---
|
---
|
0,0
|
Promedio Mundial |
9,9
|
14,2
|
18,6
|
25,3
|
---
|
---
|
0,7
|
Fuente: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2000).
Como
se advierte en el cuadro, muchos países latinoamericanos están por
debajo del promedio mundial en el acceso a bienes y servicios
informacionales. Ahora bien, en un contexto de baja injerencia del
Estado en la reglamentación y el control de estas actividades,
resulta complejo advertir cómo se garantizará a los usuarios de
bajos recursos el acceso a la información y la comunicación
provista a escala industrial para mejorar esos indicadores.
Un
ejemplo sobre cómo la conformación de precios de acuerdo con los
designios de los operadores principales afecta al usuario final del
servicio es el de la televisión por cable en la Argentina. Este país
es el tercero en todo el continente americano en cantidad de hogares
cableados por todo el universo de hogares, detrás de Estados Unidos
y Canadá. La concentración del sector ha decantado después de dos
décadas de desarrollo, en dos grandes operadores: Multicanal (del
Grupo Clarín) y CableVisión (de la administradora de fondos
financieros Hicks, Muse, Tate & Furst). En ambos casos, la tarifa
del servicio es de 38 dólares mensuales, pero en las zonas donde
enfrentan la competencia de un tercer proveedor, el precio baja. En
algunas ocasiones, baja tan drásticamente como para causar la
asfixia financiera del competidor y luego, absorberlo y subir las
tarifas... a 38 dólares mensuales. Como los operadores de cable no
son obligados por el Estado a realizar inversiones (como sería por
ejemplo el tendido subterráneo de la red), su costo es muy bajo y
sólo una situación de marcada concentración oligopólica como la
actual permite el acuerdo entre los dos gigantes con la garantía
(que en las teorías de los clásicos sería una utopía ajena al
espíritu emprendedor y a la sana competencia en beneficio del
usuario) del negocio sin ningún riesgo.
De
esta manera, los mercados tendencialmente oligopólicos fruto de la
concentración informacional en América Latina, suponen problemas
explícitos no sólo para garantizar la pluralidad de voces y puntos
de vista a los que una sociedad democrática debe poder acceder, sino
también para aspirar a la mucho menos ciudadana opción de cliente.
Los mercados altamente concentrados tienden a la conformación de
cárteles que limitan la influencia del usuario del servicio en la
definición de sus coordenadas. Ello implica, en una región de
marcada disparidad en el acceso como lo es Latinoamérica, una
deserción por parte del Estado de una de sus primeras obligaciones,
que es garantizar la equidad.
V.
Los grandes grupos latinoamericanos
Si
en la década del 60 los grupos de comunicación aprovecharon sus
vínculos políticos y sus relaciones con el capital extranjero para
adquirir una dimensión nacional, concentrada e integrada, en los 90
su lógica de adaptación a la nueva dimensión globalizada de la
economía mundial va a sustentarse en aprovechar su solidez en los
mercados nacionales de base para encarar su expansión diversificada
y regional.
En
efecto y como se verá más adelante, los grandes grupos
latinomericanos conservan el dominio sobre sus mercados originales,
principalmente la producción y distribución de los servicios
mediáticos tradicionales (radiodifusión abierta y gráfica). En
comparación con la década del 60 la participación del capital
extranjero en la radiodifusión hertziana es relativamente baja. Sin
embargo, sí se han desarrollado importantes alianzas y acuerdos
comerciales entre los grupos latinoamericanos y grupos
transnacionales a los efectos de promover el desarrollo de nuevos
servicios informacionales. La deresgulación, las privatizaciones y
la desnacionalización de la economía (incluyendo el permiso para la
inversión extranjera en medios de comunicación) se realizaron
siguiendo las necesidades del mercado. Aparecieron entonces, las
contradicciones de tomar partido por uno u otro grupo oligopólico,
pero las regulaciones fueron siempre invariablemente orientadas a
favorecer el proceso de valorización de los capitales. En este
contexto los grandes grupos regionales pudieron aprovechar su ventaja
estratégica. En aquellos países latinoamericanos donde la
estructura de medios no presentaba una dimensión tal como para
establecer alianzas con los grupos transnacionales, la penetración
del capital extranjero en la propiedad de los medios fue mucho mayor.
En
este análisis hemos preferido centrarnos en el estudio de los
grandes grupos latinoamericanos. Realizaremos una síntesis de su
situación actual.
El
grupo Televisa suele presentarse a si mismo como la compañía de
medios de comunicación más grande en el mundo de habla castellana y
una de las principales participantes en la industria del
entretenimiento. Con una producción de más de 50.000 horas anuales
de programas televisivos, el grupo Televisa se convierte en el más
importante productor de habla castellana. Televisa posee mas de 300
estaciones de televisión en México, negocio por el que obtiene más
del 60% de sus ingresos. Con ello no sólo mantiene una cómoda
supremacía en el mercado mexicano9,
sino que además le permite ser una actor de importancia en la
principal cadena hispana de Estados Unidos, Univisión10.
En relación con las nuevas tecnologías Televisa detenta el 51% de
Cablevisión que es el segundo operador de cable del país con casi
medio millón de abonados y el 60% de Innova empresa cotroladora de
la señal de DTH Sky, que cuenta con 25.000 suscriptores. En los
últimos años han existido acuerdos entre Televisa y el grupo
ganador de la telefonía básica mexicana TELMEX controlada por
empresario Carlos Slim (el hombre más rico de América Latina).
Por
su parte el Grupo Globo es el mayor proveedor de contenidos de Brasil
con una producción anual de más de 4.400 horas, que no sólo le
permiten abastecer a su red de estaciones en Brasil, sino además
sostener un ambicioso plan de exportación de su producción a nivel
mundial. Cuenta además con la principal red brasileña de TV por
cable (Globocabo), el diario O’Globo, y una participación en la
operadora de televisión satelital SkyLA. Más allá de la producción
y distribución televisiva el Grupo Globo es propietario de compañías
de radio, comunicaciones satelitales, y de telecomunicaciones. Por
medio de Globocabo, cuyo 11,5 por ciento del paquete accionario
pertenece a la transnacional Microsoft, el Grupo Globo inició hacia
fines del año pasado una etapa experimental para brindar acceso a
Internet a través de la TV por cable, aprovechando su millón de
abonados en 18 ciudades brasileñas, y su potencialidad de llegar a
más de cinco millones de hogares en sus 25 mil kilómetros de
tendido de red.
El
grupo Cisneros presenta dos grandes diferencias con las hasta aquí
reseñados. En primer lugar, pertenece a un holding
industrial con múltiples inversiones en diferentes áreas de la
economía11,
con un ingreso anual de más de 4.000 millones de dólares, aún
cuando las industrias culturales y en particular el audiovisual son
su mayor fuente de divisas. En segundo lugar, no cuenta con medios
gráficos e industrias de la información conexas a ellos (agencias
de noticias, etc.) pero ha alcanzado una importante expansión en el
control de estaciones de televisión en América Latina con la
participación en estaciones en Chile (Chilevisión), Colombia
(Caracol) y el Caribe (Caribean Communication Network) además de
Venezuela (Venevisión). Para ello consolidó un fondo de inversiones
en medios (Ibero-American Media Partners - IAMP) junto al fondo
financiero norteamericano Hicks, Muse, Tate & Furst. Es el mayor
accionista de la cadena norteamericana Univisión y de la señal
Galavisión destinada al mismo mercado. En materia de televisión
paga es socio de DirecTV Latin América. En sociedad con America On
Line, desarrolla AOL Latin América, uno de los principales
provedores de Internet. Recientemente adquirió el control de el
portal El Sitio, uno de los más visitados en lengua castellana.
El
Grupo Clarín editor del diario del mismo nombre comenzó en la
década del ochenta su
etapa de expansión hacia otras ramas de la industria cultural al
adquirir, pese a las disposiciones vigentes Radio Mitre12,
una de las de mayor audiencia de Buenos Aires. Con la adquisición
del Canal 13 Clarín se constituye como grupo multimedia y comenzará
a experimentar un crecimiento constante ampliando su radio de acción
desde el mundo gráfico al audiovisual. En 1992 ingresa al mercado de
la televisión por cable al adquirir Multicanal. Esta empresa se ha
convertido en el mayor operador de cable en
América Latina con más de un 1.500.000 abonados. Si bien en sus
comienzos compartió la propiedad de Multicanal con Telefónica y el
Citicorp Equity Investment (CEI), desde 1995 controla
la totalidad de la empresa. A
diferencia de otros grupos argentinos, Clarín no realizó alianzas
que lo subordinaran a otro socio, si bien durante el año 2000 vendió
por 500 millones de dólares al banco estadounidense de inversiones
Goldman Sachs el 18 por ciento de todo el Grupo Clarín, con la
excepción de Multicanal. El grupo cuenta además con participaciones
en el
sector de las telecomunicaciones a través de la Compañía de
Teléfonos del Interior (CTI), de telefonía celular y como se verá
más adelante participa de la televisión satelital a través de
DirecTV Latin America13.
Cuadro
II: Comparación de grupos de comunicación latinoamericanos
Grupo Globo | Grupo Televisa | Grupo Cisneros | Grupo Clarín | |
Televisión | Rede Globo | Red Televisa |
Venevisión
Chilevisión
CCN
(Caribe)Caracol (Colombia) |
Canal
13
|
TV
Cable
|
Globocabo | Cablevisión | GTC |
Multicanal
|
TV
DTH
|
Sky | Sky |
DirecTV
Vía
Digital (España) |
DirecTV |
Video | Globo Video | Grupo Videovisa | Videomovil | |
Radio | Rede Globo | Radiópolis |
Radio
Chile
|
Radio
Mitre
FM
100
|
Discos
|
Som
Livre
|
Discos Melody | Rodven | |
Diarios | O Globo | Ovaciones | Clarín | |
Revistas | Editora Globo | Editorial Televisa | AGEA | |
Agencias Noticiosas | Agencia Globo | ECO | DyN | |
Productoras cine | Globo Films | Televicine | Cinematik | Patagonik |
Televisión Educativa | Fundación Roberto Marinho | Fundación Cultural Televisa | ||
Promoción | Vasglo | Promovisión | ||
Distribución Televisiva | Dpto. Marketing Internacional | Protele | Proartel | |
Televisión USA | Univisión |
Univisión
Galavisión |
||
Otras industrias culturales |
Publicidad
TV
Impresión
Gráfica
Marchandising
Estudios
Mercado |
Doblaje
Distribución |
Señales de TV paga |
Señales
TV paga
TyC
Sports
Papel
Prensa
Estudios
Mercado |
Telecomuni- caciones |
Telefonía Móvil | PanAmSat |
CTI
Telefonía Móvil
CTI
Telefonía Vocal Básica |
|
Internet
|
Globo.com
|
Es mas |
AOL
Eccelera
El
Sitio |
Ciudad
Internet
Ciudad
Digital |
Fuente: elaboración propia a partir de Sinclair (1999: 76) NOTA: Si bien en la mayoría de los casos se trata de empresas controladas, también se mencionan empresas participadas como en todos los casos de la Televisión Directa al Hogar.
Como
puede observarse en el cuadro, los cuatro grupos cubren casi todos
los rubros de las industrias culturales. Se puede apreciar además
que son socios y competidores entre ellos. Por ejemplo, Televisa y
Cisneros, socios en la televisión norteamericana, compiten en el
mercado de la televisión satelital a través de Sky y DirecTV. Este
hecho refleja la integración plena de los grandes grupos
latinoamericanos de medios en la lógica de flujo de capitales propia
de la actual etapa del capitalismo, que ha convertido al sector
informacional en uno de los más dinámicos. Paralelamente a este
proceso, cabe destacar que en la década del 90 se produjo en tres de
los grupos (Televisa, Globo y Cisneros) un recambio generacional en
sus cuadros ejecutivos que implicó que jóvenes de no más de 40
años asumieran la conducción de los grupos, reemplazando a los
patriarcas fallecidos. Si bien se mantiene el modelo familiar de
propiedad, las nuevas generaciones, educadas indefectiblemente en las
escuelas de negocios norteamericanas, parecen alejarse del modo
patriarcal de dirección y asumen plenamente los métodos del
management norteamericano.
VI.
La televisión satelital
El
bajo nivel de penetración de la televisión paga en América Latina
convierte esta región en un mercado atractivo para los servicios de
televisión satelital o directa al hogar (DTH). Con un promedio de
tan sólo el 14,1 por ciento de los hogares latinoamericanos con
televisión abonados a servicios de TV paga, incluido DTH, se
especula que la penetración de la TV paga se duplique para el año
2002 y que aumente otro 28 por ciento entre el 2002 y el 200714.
Si se tiene en cuenta que para desarrollar una mayor infraestructura
de cable en América Latina se necesitará una considerable inversión
de tiempo y dinero, el futuro de otros servicios de TV pagada, como
la televisión vía satélite, parece prometedor. En el caso
argentino la amplia extensión del cable (más del 50% de los
hogares) dificulta la expansión del DTH, que requiere una inversión
considerable por parte del cliente en el momento de la instalación
de la antena.
Los
lazos entre el capital transnacional y los grupos regionales
dominantes, anteriormente referidos, pueden ser cabalmente
comprendidos a partir del análisis de la Televisión Directa al
Hogar. En primer lugar, porque es posible contar por primera vez con
un servicio panamericano de televisión. El estudio de la oferta de
los más de 200 canales muestra que la oferta de producciones
nacionales queda reducida a porcentajes muy escasos (incluso más
bajos que los del cable). Los grupos internacionales que detentan los
derechos de películas y espectáculos a nivel mundial, pueden
rentabilizar así sus inversiones. Pero además pueden potenciar los
vínculos con otros grupos regionales. De hecho en su oferta aparecen
productos de otras regiones (principalmente Europa, pero también
Asia y Oceanía).
Por
otra parte, los grupos regionales consiguen expandirse hacia un tipo
de servicio al que no podrían acceder sin asociarse a grupos más
grandes. Ellos no sólo aseguran la dosis de contenidos locales, los
derechos de emisión de espectáculos nacionales (principalmente
deportivos) y el conocimiento del mercado, sino que además cuentan
con fluidos contactos a nivel político. Para dar una dimensión de
esto, basta citar que la presencia del grupo Clarín en DirecTV
consiguió retrasar (a través de una desconocida organización
"Protección de los Consumidores del Mercado del Sur",
Proconsumer) el lanzamiento de Sky en Argentina durante casi dos
años. En la larga batalla judicial, el Sky Latino América (LA),
debió desprenderse del que iba a ser su socio local, la empresa
francoitaliana que presta servicios de telefonía básica en la
Argentina, Telecom. Esto significó que DirecTV adquiera una ventaja
por ahora decisiva en cuanto a su penetración en el mercado. De la
misma manera Sky comenzó sus emisiones en la región en México y
Brasil, países sede de sus socios Televisa y Globo. Ahí es donde
también alcanza sus mayores participaciones del mercado.
Para
analizar la importancia de los servicios satelitales debe
considerarse además que las expectativas están puestas en la
posibilidad, brindada por la convergencia, de ofrecer una gama de
servicios más amplios que la televisión, incluyendo Internet. Con
la excepción de la Argentina, que cuenta con una amplia red de fibra
óptica instalada, en el resto del continente las posibilidades de
expansión parecen inmejorables.
Ello
hace que, dentro de las industrias culturales, una de las actividades
que se muestran más dinámicas y en la que se depositan muchas
expectativas en el sector empresarial sea la televisión satelital
DTH. Dos empresas se han lanzado a disputar la supremacía en este
mercado a nivel mundial, a partir de su posición dominante en
Estados Unidos: DirecTV y Sky.
En
América Latina, como no podía ser de otra manera, este esquema se
reproduce con la casi absoluta ausencia de otros competidores.
Lanzados a la batalla por tomar la delantera en cantidad de
suscriptores tanto DirecTV como Sky no han escatimado medios y han
desatado pugnas por los derechos de emisión. Con ofertas superiores
a los 200 canales, en la mayoría de los casos similares entre si y a
la del cable, las estrategias de diferenciación pasan por contar con
aquellos paquetes de programación más buscados por los
programadores. Por ejemplo DirecTV consiguió en la Argentina, quitar
la cadena de películas norteamericana HBO del abono básico el cable
y ahora la programa con exclusividad. Otro gran golpe lo constituyó
la compra de los derechos de los mundiales de fútbol del 2002 y 2006
para América latina en una cifra superior a los 500 millones de
dólares (aunque después negociará la retransmisión de algunos
partidos, los de las selecciones nacionales, con cadenas abiertas).
DirecTV
Latino América está mayoritariamente controlada por Hughes
Electronics Corporation (filial de General Motors). Cuenta como socio
minotario con Darlene Investments LLC, empresa del Grupo Cisneros . A
fines del año pasado el Grupo Clarín canjeó el 51% que poseía en
DirecTV Argentina por el 5% de la empresa madre latinoamericana,
convirtiéndose de esta forma en la tercera accionista del grupo y
socio de Cisneros (DirecTV LA controla ahora DirecTV Argentina).
DirecTV LA cuenta actualmente con mas de 1.200.000 abonados en
América latina y el Caribe con llegada a: Argentina, Brasil, Chile,
Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras,
México, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico, Trinidad y Tobago,
Venezuela y a las islas del caribe.
Por
su parte Sky LA es la empresa creada para proveer servicios
satelitales en América Latina por el Grupo News Corporation de
Rupert Murdoch, dueño de la empresa que lleva el mismo nombre a
nivel mundial. Para su penetración en el mercado latinoamericano se
asoció con los grupos Liberty Media TCI, Globo y Televisa. Cuenta
con más de 500.000 de abonados y presta servicios en México,
Brasil, Colombia Chile y desde fines del año 2000 en Argentina.
Sky
está presente en América Latina a través de tres alianzas
distintas: NetSat en Brasil, INNOVA en México y Sky Multi-Country
Partners en el resto de la región. Cada una de estas alianzas ofrece
servicios de televisión vía satélite bajo la marca Sky. La
administración de Sky Multi-Country Partners corre a cargo de Sky
Latin America, LLC, radicada en Miami. En esta ciudad se inauguraron
recientemente las mayores instalaciones de emisión de video digital
(Digital Video Broadcast) del mundo, el centro internacional de
transmisión vía satélite Sky (Sky Center), cuya puesta en marcha
costó 140 millones de dólares.
VII.
Consideraciones finales
Antes
de encarar el balance final de la concentración de medios en América
Latina nos gustaría realizar dos precisiones. En primer lugar, hemos
preferido focalizar en las que entendemos son las empresas más
dinámicas del mercado audiovisual y las que definen por ende las
estrategias del sector. Sin embargo, claro esta, hemos dejado de lado
no sólo una multiplicidad de países y experiencias, sino también
procesos muy importantes en la actualidad: el desarrollo de un polo
de producción y, centralmente, distribución para el mercado
latinoamericanos en Miami y la expansión de algunas empresas
europeas en la región (fundamentalmente, en telecomunicaciones),
claramente encabezadas por Telefónica de España. Ambos hechos son
complementarios del proceso que aquí se describe.
En
segunda instancia, queremos destacar que deliberadamente hemos
recorrido este análisis económico y político de la televisión en
la región sin mencionar leyes, decretos o constituciones. El
carácter funcional de la reglamentación en América Latina,
respecto de las necesidades de los principales grupos económicos,
permite evadir su mención.
Si
en el mercado audiovisual latinoamericano de los años cincuenta y
sesenta, en estado aún germinal, la influencia de las grandes
cadenas norteamericanas era medular incluso en las relaciones de
propiedad, hoy los grupos mundiales de mayor envergadura en el sector
(casi todos son grupos cuyo principal mercado es EEUU) mantienen su
influencia mediante la venta de contenidos y tecnologías. En cambio,
la propiedad de los grupos multimedia más importantes de la región
latinoamericana es ejercida por capitales originalmente locales:
tales como Televisa (México); Globo (Brasil); Cisneros (Venezuela) y
Clarín (Argentina).
El
panorama de las industrias informacionales en las últimas dos
décadas del Siglo XX atestigua la inversión de dos lógicas
fundamentales que han estructurado el desarrollo de estas industrias
a lo largo del siglo: por un lado, se evidencia el pasaje de una
lógica divergente, en la que las principales industrias
(audiovisual, telecomunicaciones, editorial e informática) se
desarrollaban con pocas sinergias e intercambios e incluso con
estrategias opuestas, a una lógica convergente que permite a los
grupos del sector intensificar las economías de escala y la
concentración horizontal y vertical. Por otro lado, si antes de los
años ochenta era imprescindible identificar causas endógenas en
cada país en cuanto al desarrollo de medios, para después articular
esas causas con los procesos internacionales, en los últimos años
se invierte esa lógica conforme se consolida la integración del
sector en un sistema global comercial. Este cambio de lógica
coincide con la derrota de las propuestas conjugadas en las Políticas
Nacionales de Comunicación (PNC´s), en cuya elaboración algunos
países latinoamericanos tuvieron una destacada intervención15.
El sistema de
medios consagrado a partir de esta derrota, en el mundo entero,
encuentra en los mercados locales y regionales actores que, como es
el caso de los principales latinoamericanos, complementan y vigorizan
la estructura de dominancia ejercida por los principales grupos del
planeta.
Por
consiguiente, el audiovisual latinoamericano presenta en los últimos
dos decenios una integración al mercado global comercial, mediante
la asociación con grupos norteamericanos y europeos en la gestión
de contenidos y plataformas tecnológicas, y en el desarrollo de
nuevos productos y servicios (como la televisión satelital).
Hasta
los años ochenta la gestión de medios latinoamericanos tuvo una
impronta familiar, patriarcal y artesanal, mientras que en las
últimas décadas, y acompañando el proceso de conversión de la
información en un recurso económico cardinal en la estructura de
las sociedades, la gestión de los medios se ha profesionalizado y
sofisticado mediante la incorporación de las estrategias de
management
en boga en el mundo occidental.
El
acceso a los bienes y servicios informacionales se revela como una
instancia fundamental en el diagnóstico del sector en América
Latina. En este sentido, se advierte una heterogeneidad entre los
indicadores de los diferentes países de la región que es sin
embargo relativizada por un común denominador: la desigualdad de
oportunidades en un esquema que tendencialmente utiliza el pago como
condición de usufructo. La baja tasa de televisores y ordenadores
(PC´s) per capita en la región, si bien respalda a quienes esperan
un crecimiento en el acceso en la región, también es síntoma de
condiciones socioeconómicas que distan de ser las de otras regiones
con indicadores más altos.
Como
señala Perry Anderson (1999: 146) con acierto, el neoliberalismo
tuvo la audacia de decir abiertamente que la democracia
representativa no es una valor supremo en sí mismo. Tampoco lo es,
claro está, la democracia económica. América Latina es una región
que desde sus épocas coloniales mantiene una extrema relación de
dependencia con los centros de poder. Dictaduras, desaparecidos y
crisis, dan cuenta de la dificultad de las clases hegemónicas
regionales para articular un modelo de acumulación que integre al
conjunto de las sociedades. La televisión no pudo escapar a este
contexto. El alto grado de concentración de la propiedad de los
medios, en manos de las elites económicas y políticas, han
clausurado hasta ahora las opciones de un desarrollo más
democrático. La concentración de la riqueza en muy pocas manos
marca que este, desgraciadamente, no es sólo un problema del sector
audiovisual.
Notas:
1
Los autores son
profesores de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad
Nacional de Quilmes, respectivamente. Los autores agradecen la
colaboración de Elbio Petroselli en la recolección de datos.
2
- A los fines de este trabajo se entiende que las dos formas
tipificadas de concentración informacional son la integración
vertical y la concentración horizontal. Se trata, de todos modos,
de una diferenciación analítica, toda vez que las estrategias
pueden ser combinadas y en la práctica, usualmente lo son. La
integración vertical implica el control, total o parcial, de los
canales de producción y comercialización de un determinado mercado
por parte de un actor o grupo de actores. Es el mismo actor el que
controla las diferentes fases del proceso de valorización. La
concentración horizontal supone que un actor (o grupo de actores)
lleva a cabo una diversificación de sus actividades en diferentes
mercados (Sánchez Tabernero et al., 1993).
3
Hacemos esta afirmación aún considerando que en algunos países el
Estado asumió los primeros pasos en materia televisiva hasta
afianzar el parque receptor (por ejemplo en la Argentina). Sin
embargo el desarrollo masivo de la televisión estuvo vinculado en
casi todos los casos a empresas privadas.
4
- Con esa tendencia se quiere dar cuentas de las lógicas
coincidentes en la mayoría de los países latinoamericanos, aunque
no sólo en radio sino también en televisión hubo significativas
excepciones, como el caso de Chile.
5
Igualmente es necesario señalar que no en todos los casos esto
ocurrió de la misma manera. En el caso argentino fue el estado el
que asumió durante los años 50 la propiedad de la televisión.
6
Estas empresas se dedicaban formalmente a la producción de
programas, pero operativamente se constituyeron en las controladoras
de los canales de televisión. Para más detalles ver por ejemplo
Graziano, Margarita (1974).
7
Ante la diversidad de formas y la complejidad de sus estatutos
Valerio Fuenzalida (2001) define a TV pública en latinoamérica
como aquellas estaciones que no tienen una finalidad primera de
lucro sino otros objetivos.
8
- En correspondencia con el agotamiento del patrón de crecimiento
occidental que fue desarrollado a partir del fin de la Segunda
Guerra Mundial, cuyos primeros síntomas comenzaron a sentirse a
fines de los sesenta y precipitaron en las crisis del petróleo de
1973 y 1979.
9
A partir de la década del 90, Televisa debe enfrentar la
competencia de TV Azteca en casi todo México. Pese a ello, estudios
recientes muestran que en conjunto, los 4 canales del grupo retienen
más del 75% de la audiencia.
10
Cabe destacar que por presiones de la Federal Communication
Commision (FCC) Televisa debió reducir su participación en
Univisión, por ser considerado un grupo extranjero. Una vez más
los Estados Unidos no aplican el liberalismo y la apertura que si
exigen al conjunto de latinoamerica.
11
En 1996, el Grupo Cisneros produjo un hecho histórico al
reconvertir su planta de embotellado de Pepsi Cola en la productora
de su tradicional rival Coca Cola. Su absoluto dominio de las vías
de distribución, hizo que de un día para otro Coca Cola pasara a
dominar el mercado, contradiciendo una vez más el mito de la
elección de los consumidores.
12
La ley prohibía, hasta 1989, la participación de empresarios de
medios gráficos en el sector audiovisual.
13
Para más detalles sobre la concentración de medios en la Argentina
puede consultarse Albornoz y otros, 1989.
14
- Esta tendencia se fortalece con las expectativas de un
significativo crecimiento del parque de televisores en la región,
que está por debajo de los indicadores registrados en los países
centrales, como demuestra el cuadro de acceso.
15
- La derrota de las PNC´s estuvo directamente influida por
el contexto de centralización y concentración de la economía, con
una distribución crecientemente regresiva de los ingresos y del
crecimiento. Aunque retrata la lógica político económica en la
Argentina en los noventa, el siguiente párrafo de Basualdo consigue
resumir un proceso que se dio en esos años a escala
latinoamericana: "La remoción de los límites estructurales
vinculados a la situación del trabajo y del Estado trae aparejada
la posibilidad de mitigar las contradicciones que la crisis
económica y social originan en los sectores dominantes. Las piezas
claves son la regresividad en la distribución del ingreso y el
programa de privatización de empresas públicas, porque allí
coinciden los intereses de los acreedores externos y el capital
concentrado interno, mientras que en el proceso de desregulación de
la economía se despliegan los mayores conflictos entre ellos"
(Basualdo, 2000: 17).
Etiquetas: Brasil, Grupo Clarín., Medios de Comunicación, Medios en Nuestra América, México, Monopolios, Venezuela
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