Papel Prensa: las pruebas clave que la justicia sigue ignorando
Hay dos documentos clave que duermen en un expediente que desde hace tres años se mueve lento.
Muy lento.
¿Qué contienen esos papeles?
Una prueba irrefutable.
La confirmación de que los directivos de Clarín, La Nación y La
Razón se reunían con los represores en abril de 1977 en pleno proceso
del despojo accionario de Papel Prensa que sufría la familia Graiver.
La causa en la que se investiga la apropiación durante la dictadura
cívico-militar de la principal productora de insumos de papel de diario
está a cargo del juez Julián Ercolini. Recayó en el magistrado luego de
sufrir una serie de demoras por "cuestiones de competencia" entre el
juez federal Daniel Rafecas y su par platense Arnaldo Corazza. Ercolini
recién en junio pasado, hace sólo dos meses, aceptó como querellante a
Lidia Papaleo, viuda de Graiver.
La causa tramita lento. Muy lento.
Más aun si se observa que entre las miles de fojas que la componen,
se leen con claridad los dos documentos que fueron revelados por Tiempo
Argentino el 5 y el 26 de septiembre de 2010, cuando Cynthia Ottaviano y
Juan Alonso los publicaron en exclusiva en las páginas de este diario.
La investigación periodística dejó al descubierto la trama de
complicidad entre Héctor Magnetto, Bartolomé Mitre y Patricio Peralta
Ramos –representantes de los diarios– con el general de brigada Oscar
Gallino, responsable de los interrogatorios bajo tortura a la familia
Graiver, secuestrada en las catacumbas de Ramón Camps por esos días.
Ante semejante evidencia irrefutable, la justicia aún no citó a
indagatoria a Magnetto y Mitre, acusados de presuntos delitos de lesa
humanidad.
¿Qué espera? Sólo se sabe en Comodoro Py.
Quizá una respuesta posible a la soporífera lentitud en que a veces
se arrastra la justicia esté dada, en este caso, en que quien debe
sentarse en el banquillo es uno de los hombres más poderosos de la
Argentina.
Qué decir si ese hombre, Magnetto –que entre tantas obligaciones
tiene tiempo para perseguir judicialmente a Víctor Hugo Morales–, cuenta
con un pelotón de abogados que busca seguir dilatando la causa o
delimitar su debate a una cuestión meramente económica: una transacción
de acciones entre privados que, como mucho, se pudieron haber pagado a
precio vil. De ser así, el delito que se le imputase sería otro, sin
dudas. Una cosa es una truchada económica. Y otra, muy otra por cierto,
es ser hallado culpable de un delito imprescriptible de lesa humanidad.
Por eso llama la atención que mientras los documentos que confirman la
relación entre los directivos de los diarios y los torturadores siguen
ahí, durmiendo en el expediente a la vista de todos, la causa –lenta–
avance en otra dirección: el magistrado dispuso que se realice una
pericia contable para determinar si las acciones de Papel Prensa se
pagaron a precio irrisorio, cuando quien las vendió sufría presiones y
amenazas, y terminó soportando en su cuerpo las descargas eléctricas del
terrorismo de Estado. Esos peritajes sobre los balances de la compañía y
los informes que detallen la evolución del valor de las acciones desde
los orígenes de la empresa pueden demorar años. Mientras tanto, Magnetto
y su socio, Mitre, siguen esperando tranquilos que la justicia se digne
a indagarlos para que respondan por el contenido de los documentos
mecanografiados en abril del '77 por las manos de –entre otras cosas– un
burócrata del horror: el general
de brigada Oscar Bartolomé Gallino, "Oficial Superior Preventor". En
el primer documento, con fecha 7 de abril de 1977, Gallino detalla en la
"diligencia" que, a las 16:30, recibió "a los Directores y Asesores
letrados de los diarios La Nación, La Razón y Clarín, quienes concurren
con motivo de la adquisición del paquete accionario del Grupo 'Fundador'
de Papel Prensa".
Dos días más tarde, en una diligencia del 9 de abril de 1977
Gallino volvió a dejar asentado que, siendo "las ocho horas y cuarenta
minutos", recibió a "el secretario de Industria, Raymundo Podestá, los
presidentes de los directorios de La Nación, Clarín y La Razón, que son
los adquirentes del paquete accionario del 'Grupo Fundador' de Papel
Prensa, que representa el 26 por ciento del total del paquete
accionario". En el mismo documento, "Superior Preventor" Gallino detalló
que a las 15 horas concurrieron a su despacho "el presidente y
vicepresidente del banco central y el presidente del banco nación
Argentina, para considerar la situación del Banco Comercial de la Plata y
el Banco de Hurlingham", dos entidades que integraban los bienes de la
familia Graiver. Luego de las entrevistas, Gallino cierra diligencia del
9 de abril de 1977: "En la misma fecha, y a las 20 horas, se preparan
los interrogatorios a tomar el 11 de abril de 1977."
Así fue.
Minutos antes de las 22 horas de ese 11 abril, Lidia Papaleo
temblaba de frío, de hambre y de miedo delante de Gallino, que las 21:47
daba por terminado el interrogatorio: "El señor Oficial Superior
dispuso suspender este acto para continuarlo en la oportunidad que lo
determine." Como narraron Ottaviano y Alonso en este diario el 26 de
septiembre de 2010, a la viuda de Graiver volvieron a arrastrarla a su
calabozo.
Lidia Papaleo fue secuestrada por un grupo de tareas el 14 de
marzo de 1977. Su marido David Graiver había muerto en sospechoso
accidente aéreo el 7 de agosto de 1976 mientras regresaba de Nueva York a
México.
El 8 de marzo del '77, la dictadura secuestró a Juan, el padre del
empresario. Seis días más tarde, caerían junto a lidia Silvia Fanjul y
Lidia Gesualdi, secretarias de Graiver. El 4 de abril fue el turno de
Jorge Rubinstein, el hombre de confianza del empresario muerto y único
capacitado para administrar sus empresas, en particular Papel Prensa.
Rubinstein fue asesinado en plena sesión de tortura. No soportó la
picana.
En ese contexto, durante esos días, mientras los Graiver padecían
los tormentos en el Pozo de Banfield, Magnetto y Mitre se reunían con
Gallino, que luego redactaría el interrogatorio al que sometería a la
"detenida-desaparecida" Lidia Papaleo, que ya había sufrido las
vejaciones más terribles en las sesiones de tortura.
Todo en pocos días. Entonces, el tiempo corría rápido.
Tan sólo 24 horas después del interrogatorio de Gallino a Papaleo,
una patota secuestraba a Rafael Iannover, testaferro de "Dudi" Graiver.
Iannover había firmado en noviembre de 1976 el traspaso accionario de
Papel Prensa a los tres diarios.
El trabajo de Gallino no aceptaba dilaciones. A este burócrata
criminal que fue subdirector del centro clandestino de detención El Tolueno
de la zona 4 de Campo de Mayo, y que no dudó en ejecutar a los
militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que habían
intentado copar el Batallón 601 Domingo Viejo Bueno, en Monte Chingolo,
lo designó el genocida Jorge Rafael Videla, junto a Camps y al general
Carlos Guillermo Suárez Manson para investigar a los Graiver.
Su tarea de limpieza arrancó el 6 de abril de 1977. Un día después
ya compartía café con los directores de Clarín, La Nación y La Razón.
El 19 de abril de ese año, la Junta Militar le quitó a la familia
Graiver el derecho a la ciudadanía, y el manejo y control de sus bienes
que pasaron a ser administrados por la Comisión Nacional de
Responsabilidad Patrimonial –CO.NA.RE.PA–.
Papaleo seguiría seis años más detenida. Gallino un buen día se
murió. Pero mucho antes había mecanografiado los documentos que dan
testimonio de la complicidad cívico-militar. Dos actas que fueron
incorporadas en la querella que presentó en septiembre de 2010 en sede
judicial el entonces secretario de Derechos Humanos, el recordado
Eduardo Luis Duhalde –y que reimpulsó su sucesor en el cargo, Martín
Fresneda–. Documentos revelados por Tiempo, que también integran el
Informe "Papel Prensa, La Verdad", que realizó el secretario de Comercio
Guillermo Moreno. Dos piezas clave en un expediente que corre riesgo de
escurrirse en la impunidad. Pruebas que la justicia, tal vez, aún este
analizando en una causa en la que todavía no fueron citados a
indagatoria Mitre y Magnetto. «
Gustavo Cirelli
Opinión
Vestigios de la dictadura cívico-militar
Por Roberto Boico
La causa judicial "Papel prensa" revela vinculaciones ocultas entre
el poder mediático Clarín-Nación y la dictadura cívico-militar, en una
de las manifestaciones económicas que impactan contra la democratización
y pluralidad de la palabra: el insumo de papel para diarios. No es sólo
una cuestión económica, es el ejercicio crudo del poder de la palabra.
Las formas de dominación y ejercicio hegemónico adquieren en la
sociedad moderna formas muy sofisticadas; las estructuras de vigilancia
que Foucault pensó en los '80 desbordan por nuevas técnicas de control a
partir de la comunicación. Esta asigna lugares, fija roles, establece
jerarquías, nuevas formas de dominación social, sobre los individuos y
los pueblos. Poder que en esencia invade el espacio de lo público y
controla la privacidad de los sujetos; poder esencialmente político que
determina quiénes deben gobernar y quiénes ser gobernados, a punto tal
de naturalizar bondades inexistentes de algunos políticos que ofician de
sirvientes de la palabra de "otro".
El terrorismo de Estado 1976/1983 no fue tan sólo la articulación
de una multiplicidad de delitos aberrantes, sino el ejercicio de una
violencia de carácter fundacional que permitió el asentamiento de una
nueva hegemonía constitutiva de legalidad. Los forjadores del genocidio
actuaron para solventar la vigencia de un nuevo orden, el más perverso
que nos pudimos imaginar. La desaparición forzada de personas se
corresponde con el ejercicio de una violencia irracional, basado en una
particular legalidad y sobre pilares económicos que aún hoy enarbolan
algunos voceros de la más rancia derecha. El crimen cometido tenía
coloración de ley, de una ley que se estaba instituyendo y que requería
el ejercicio de una violencia cruda; eran, en definitiva, los crímenes
(violencia) de la ley. Avancemos definitivamente a desterrar y castigar
los vestigios económico-mediáticos de la dictadura militar, con la única
herramienta que la democracia ostenta: la justicia.
Fuente: Tiempo Argentino
Etiquetas: Grupo Clarín., La Nación, Papel Prensa, Poder Judicial
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