jueves, 26 de abril de 2012

26 de abril, día mundial de la Propiedad Intelectual


Desde 2001, todos los 26 de abril la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) celebra su día bajo el supuesto de fortalecer un sistema global que propicie contribuir a la promoción de la música y de las artes en general.
La fecha toma como referencia la entrada en vigencia del Convenio de la OMPI, que rige desde 1970, y establece criterios de armonización legislativa en 185 países.
Así, las creaciones, invenciones, obras literarias y artísticas de todo tipo encuentran en este organismo perteneciente a la familia de Naciones Unidas (ONU) un espacio de clivaje para discutir sus políticas públicas bajo un contexto que, desde la masificación de Internet, ha borrado fronteras y generado no pocos conflictos que ponen en tensión los derechos humanos básicos de acceso a la cultura con aquellos derechos protegidos por las leyes de propiedad intelectual.
Este año la OMPI dedicó su agenda temática a catalogar a los “innovadores visionarios”, entre los que recuerda a músicos como Charlie Parker, Miles Davis, Jimmy Hendrix; al escritor Gabriel García Márquez e inventores iluminados como los hermanos Orville y Wilbur Wrigtht por su salto de la bicicleta a la aviación.
No obstante las alegorías, lo que está fuera de catálogo son las controversias dadas por los reclamos de las ramas industriales tradicionales, en especial las vinculadas a la música, los libros y el cine, que ven afectados sus modelos de negocios por las nuevas prácticas sociales de compartir contenidos en soportes digitales.
En este terreno de disputa es donde se dirime el futuro de la llamada Sociedad de la Información, las formas de acceso al conocimiento y su dinamización cultural.
Para esta fecha, el blog de la Agenda Digital ha convocado a distintas voces que se tornan una referencia ineludible como punto de partida para reflexionar sobre los modelos a construir y proponer soluciones en espacios que no son virtuales, ya que los artistas e inventores viven de su trabajo y la comunidad se enriquece con sus producciones.
El principal problema desde la digitalización de la cultura lo tienen los intermediarios ya que el libre flujo de saberes, músicas y otras publicaciones por las redes de Internet han cambiado las reglas del juego.
En este entorno digital se entrelazan leyes, pujas de mercado, usos y costumbres de la ciudadanía y sistemas informáticos, que permiten o niegan el acceso a contenidos.
Es allí donde el doble estándar de acceso a la cultura y de protección a sus hacedores se torna complejo y merece profundizar el debate.

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